Sicóloga, Terapeuta familiar
Pregunta de la lectora: La temporada de Navidad no me gusta. No entiendo por qué hay que estar regalando tanto. Es un tiempo en que se gasta mucho dinero. Prefiero que no me regalen para no regalar. Si lo tengo que hacer, lo hago, pero es para salir del paso.  Cuando era niña las cosas no eran así. ¿Qué importancia tiene regalar?

Respuesta de la terapeuta: La celebración de la Navidad encierra un ritual religioso en el que se celebra el nacimiento del niño Jesús. El regalo es alegórico a este hecho, el cual, con el pasar del tiempo y las transformaciones culturales y sociales se ha modificado y distorsionado.

Los cambios se producen de acuerdo  a los procesos económicos, comerciales y mercadológicos.  Pareciera que no podemos escaparnos de ellos.

Ahora bien, sin ánimo de justificarlo pero sí de entenderlo, el regalo es una oportunidad que se presenta para demostrarles a personas con las cuales usted se relaciona y aprecia lo importante que es  para usted o para decirle que le tiene presente.

A quién se le regala se le envía un mensaje de gratitud, amor, cumplido. Puede significar una práctica de reciprocidad. Se aprovecha la época para recordar a quién debo agradecerle este año. Qué hizo esa persona por mí o por nuestra familia.

El dilema suele presentarse cuando usted se siente “obligada” a regalar sin sentido, porque sí. Este encierra una falta de espontaneidad en el dar: “a quién se da” y “por qué”. La   ausencia de ese significado  cambia el sentido del acto.

Creo que la distorsión de regalar viene cuando se implica un desborde a su capacidad económica, cuando usted deja de suplir necesidades familiares para destinar los recursos para estos fines.

Regalar no necesariamente implica ir de tiendas y comprar. Puede darse algo simbólico, algo que usted prepara y comparte con los demás.

Comprar un regalo  pensando en la persona y las características que posee implica un esfuerzo por pensar cómo es la persona a quien  regalo. Esto encierra el significado, pensar, dedicar un tiempo para agradar a quien lo recibe.

El mejor regalo no es necesariamente el más costoso, si no, el que se hace de corazón, como un acto cargado de gratitud.

Evite desnaturalizar el “símbolo de generosidad como acto de dar por el mérito acumulado”. Regalar, con sentido, es un gesto de desprendimiento.