Sicóloga, Terapeuta familiar
Pregunta de la lectora: Parecería que ser padres no es tarea fácil. ¿Cómo podría ser mejor madre?
Respuesta de la terapeuta: Ser madre y padre es un proceso natural de los seres humanos. Venimos dotados en nuestro código genético de comportamientos dirigidos a proteger nuestra especie.
La historia de vida, desde nuestra infancia hacia la adultez, define nuestro estilo de personalidad, el cual va a incidir en la forma en que nos relacionamos. Nuestra historia evolutiva puede afectar el estilo de socialización marental.
La experiencia de vida y el rol ejercido por los padres inciden en el comportamiento a la hora de ser madre. Por supuesto, existe un porcentaje de mujeres que deciden actuar el rol marental muy diferente a como lo ejercieron con ellas, porque consideran que sus padres fueron muy injustos.
Lo importante es preguntarse a qué estilo está respondiendo al tomar en cuenta su pasado como hija.
Entiendo que la mejor manera de ejercer el rol de madre es valiéndose de las acciones de los buenos tratos en la infancia y en las etapas futuras.
El buen trato puede ser una garantía de salud emocional y sano desarrollo infantil, el cual se proyectará hacia la etapa adulta.
La madre bien tratante posee habilidades, destrezas para criar a sus hijos. Se centra en el afecto, protección, seguridad, confianza y constancia durante su rol marental.
Es una madre que sabe que tiene que disciplinar, pero no se queda en esa función. No se centra solo en enseñar a comportarse disciplinadamente y cumplir reglas. Si no que la trasciende comprendiendo el proceso de desarrollo de su hijo.
Transmitir seguridad y confianza es una clave para que posteriormente los hijos no desarrollen ningún tipo de trastorno en el comportamiento.
Algunas claves a tomar en cuenta: aceptar su hijo como es. Estar presente con actitud positiva cuando la necesite. Mantenga un comportamiento y un estado de ánimo predecibles. No se muestre a veces accesible y otras no. Destaque los comportamientos y acciones positivas.
Escuche activamente lo que dicen los hijos, no se precipite a recriminar, pelear, hacer juicio y aconsejar sin antes entender lo que pasa. Espere conocer el punto de vista, luego opine. Promueva que ellos planteen alternativas, más que usted decirles constantemente lo que tienen que hacer.
Las caricias, inclúyalas en su repertorio de buenos tratos.