CONSULTORIO DE FAMILIA

CONSULTORIO DE FAMILIA

Sicóloga, Terapeuta familiar
Pregunta de la lectora: Esta Semana Santa tenía planes para salir la familia completa. Mi hijo adolescente no quería venir con nosotros. Le supliqué, no aceptó. Prefirió irse con sus amigos. Me dolió mucho la decisión de él. ¿Es  normal?

Respuesta de la terapeuta: En la  adolescencia se inicia una “verdadera” separación de las figuras primarias, los padres. Este período se caracteriza por la distancia que ellos van asumiendo acompañada de la intensificación de la relación con los amigos.

Se va dando una especie de “separación” que ayuda a la emancipación de los hijos. Es un intento de ir asumiendo la individualidad, la cual se manifiesta mostrando interés por cuestiones distintas a las de los padres,  hablar de temas de interés con amigos que no son propios de los padres.  Quieren compartir socialmente con sus amigos más que con sus padres.

Es un estadio en el que ellos quieren decidir por sí mismos. Decidir sin la ayuda de los padres  se convierte en una fuente de ensayos,  entrenamientos para su autonomía. Por tal razón, la adolescencia es una etapa de vulnerabilidad para la aparición de conflictos.

En  familias que no entienden este proceso se agudizan las discusiones, se imponen las  decisiones de los padres de manera autocrática. Se rechaza a los amigos porque se considera que ellos son los que están “alejando” a los hijos del núcleo familiar.

Los padres que pudieron lograr su autonomía de su familia de origen sin entrar en lucha con los padres, que lograron su emancipación sin angustias y conflictos podrán sobrellevar mejor la individuación de sus hijos.

Tenemos, además, que considerar el hecho de que las madres suelen ser más apegadas y protectoras con los hijos. Esta etapa es caldo de cultivo para mantener su función de protectora.

El padre maneja con más calma y tranquilidad este proceso. Ellos son más desvinculados. Creo que la etapa permite que exista un buen balance entre el padre, la madre y la autonomía de los hijos.

Podemos notar que cuando las madres están más ansiosas por los temores a la autonomía de los hijos los padres se muestran más abiertos para que esto ocurra.

Las mujeres tienden a estar más involucradas en  las funciones protectoras y cuidadoras, gracias a una hormona que se llama oxitocina.

La tarea, aún sea difícil, es ayudarlos a lograr su individuación.

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