CONSULTORIO DE FAMILIA

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Sicóloga, Terapeuta familiar
Pregunta del  lector: Soy seguidor de su columna. He leído que en las relaciones de pareja la violencia es un ejercicio de poder, donde hay quien somete, domina y controla y quien se somete y se deja dominar. ¿Es el hombre quien siempre somete?

Respuesta de la terapeuta: Generalmente es el hombre quien somete. La violencia o malos tratos es una herramienta que da la cultura androcéntrica para someter a la mujer.

Ahora bien, si la mujer   tiene el poder, lo usará, no importa que sea mujer. Estamos hablando de que ejerce el poder quien lo tiene. Nos dice Marie-France Hirogoyen, psiquiatra francesa, quien ha trabajado con mujeres víctimas de violencia y ha publicado obras al respecto, que la violencia conyugal  va más allá del hecho cultural relacionado con la posición de las mujeres en la sociedad. Es una  violencia   íntima que está vinculada  con la proximidad afectiva. Plantea que uno de los miembros de la pareja, con independencia de su sexo, trata de imponer su poder por la fuerza.

Tendríamos que ir observando con calma y sin apasionamiento cómo se irá  comportando la población general en cuanto a este tema.  Las mujeres cada día  se perciben con más poder, tienen muy buena imagen de sí mismas. Descubren que tienen derecho a estudiar y trabajar, así lo destacan las estadísticas nacionales.

En la actualidad, hemos ido observando que las mujeres están ocupando posiciones laborales, políticas, religiosas que antes estaban reservadas para los hombres, hecho que impone un  cambio en la perspectiva de género. 

La violencia contra las mujeres es vinculada al patriarcado a partir de los años 70 por  las feministas. Estamos hablando  de una revolución a escala mundial desde  hace aproximadamente  39 años que nos hace mirar el problema desde otra perspectiva. Tendríamos que esperar  50 años más para observar los cambios. El pensamiento contemporáneo promueve relaciones equitativas y de igualdad. Habría que esperar qué ocurrirá en el tiempo cuando las mujeres asuman su poder. Lo asumirán como mujeres o lo asumirán como hombres. Si la construcción del imaginario social es que las mujeres asuman el poder y lo ejerzan como los hombres, entonces, la realidad futura podría ser parecida a la ejercida por ellos. Si las mujeres usan su poder como mujeres, sin querer imitar al hombre, podría el hecho tener otro significado y otra forma de ejercer ese poder.

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