CONSULTORIO DE FAMILIA

CONSULTORIO DE FAMILIA

Sicóloga,  Terapeuta familiar
Pregunta de la lectora:
Soy una mujer con 3 hijos mayores de edad. Tengo una relación de 15 años con un hombre excepcional, entre comillas. Es amoroso, cariñoso y tierno. Entiende que una mujer con una relación tiene que desligarse de todo, incluso de los estudios. Piensa que cuando saludo a alguien es porque  hubo algo en mi vida. Dice que  tengo que ir a un psicólogo, porque todo el mundo piensa como él, que la equivocada soy yo. Para él una mujer no debe tener compañeros de escuela, ni ningún tipo de amistad. Quiere  nos mudemos juntos,  pero lo pienso.  Imagino cómo será mi vida a su lado.

Respuesta de la terapeuta: La relación  sostenida por 15 años les ha dado la oportunidad de conocerse mutuamente. Usted describe un estilo de relación con su pareja que limita su autonomía, socialización  y su desarrollo profesional.

La relación previa a la convivencia bajo el mismo techo muestra  potencialmente lo que será en el futuro. 

Usted es una persona adulta con hijos adultos, ciclo de vida que le da más oportunidad para vivir las metas que no había podido concretar, como son los estudios. Quizás este es el momento para lograr ese objetivo.

Las relaciones de parejas en estos tiempos son diferentes a las de  50 años atrás. Actualmente, la autodefinición que tiene la mujer está redirigida a un rol de mujer profesional y con libertad para una vida social en torno a sus actividades preferenciales.

Luce querer una relación de pareja, pero, sin que este le coarte  las conquistas que usted ha ido logrando.

La socialización para la mujer es importante. Interactuar con amistades aumenta la sensación de bienestar.

El estilo de personalidad que usted describe de su pareja pareciera del tipo posesivo-controladora. El pensamiento opera de esta manera: “mi pareja es mía,  se debe a mí y a nadie más”. Interiorizan a la pareja sin derechos, sin  libertad y/o  autonomía.

Le dejaré con esta cita del filósofo inglés G. Scruton, tomada de su libro Usos del pesimismo: “El precio de la libertad es el precio de la reciprocidad. Debo reconocer los derechos y demandas de los otros si deseo tener derechos y expresar mis propias demandas”.

La libertad, los derechos y las demandas son derechos de ambos. 

Las  exigencias de él coartan su libertad y derechos. Aceptarlas sería anularse.

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