CONSULTORIO DE FAMILIA

CONSULTORIO DE FAMILIA

Sicóloga, Terapeuta familiar
Pregunta del lector:
Decidí mudarme junto a mi novia. Compartimos todo el tiempo y los deberes. Nuestras madres tienen demasiada injerencia en nuestra relación. No hacemos nada individualmente. Nos controlamos mucho mutuamente. ¿Cree usted que si seguimos unidos podríamos construir una relación con problemas en el futuro?

Respuesta de la terapeuta: Sentenciar que la relación no prosperará sería una respuesta irresponsable. Hay que apostar a la probabilidad  de que pueden aprender a resolver los conflictos, a manejar con mejor fortuna la autonomía  para no intoxicarse demasiado. Y aprender a cuidarse de las injerencias de las figuras maternas.

Compartir tiempo en pareja es saludable, pero manteniendo un nivel de autonomía en el cual cada uno pueda desarrollar actividades individuales para que sientan la necesidad de volver a recargarse emocionalmente.

El exceso de cercanía provoca rechazo. A mayor  intensidad de  fusión emocional aumenta la necesidad de distancia. Bajan los niveles de tolerancia y la probabilidad de conflictos aumenta. Se focalizan, entonces, en los errores del otro, aparece la intolerancia a las demandas de la pareja. Se percibe que la necesidad del otro es una exigencia.

Si ambos tienen madres muy involucradas emocionalmente con cada uno de ustedes, la relación entre ellas y ustedes tendrán las mismas consecuencias explicadas anteriormente, a diferencia de que ellas se distanciarán para enfocarse en sus asuntos. Si no dejan de controlarlos a ustedes los conflictos con las suegras aumentarán.

Los conflictos vendrán por la misma razón. Sentirán que no tienen autonomía propia. Porque de actuar diferente a lo que esperan las madres aumentarán las demandas de ellas de que ustedes hagan lo que dicen. Les justificarán muy bien que  tienen la sapiencia de la edad y la experiencia.

Cuando la pareja se controla mucho pone en evidencia que es una relación marcada por la inseguridad. Aumenta la necesidad de control y posesividad. Ambos pueden terminar asfixiados e intoxicados, primero, por la posesividad de ambos y, segundo, de las madres.

Cuando esto aparece aumenta la necesidad de separarse, abandonar la relación. Justamente ocurre cuando uno de los dos se coloca en el punto preciso de sentir que ha perdido toda su autonomía con sentimiento de pérdida de individualidad. Aparece una suerte de acoso psicológico.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas