Pregunta de la lectora: Hace dos años me divorcié. Nadie entiende que quiero pasar unos años sola. Ahora no estoy pensando en pareja. Sufrí mucho con la separación, no me la esperaba. Mis amigos me viven presentando hombres, invitándome a salir para que los conozca. Seré honesta, esto me hace sentir mal. Otros se me acercan, pero me doy cuenta de que no tienen ningún interés en una relación formal y estable. Me siento cansada de todo esto. ¿Estoy mal por esta decisión?

Respuesta de la terapeuta: Una decisión de esta naturaleza no se puede considerar mala o buena. La elección siempre va sujeta a lo que se considera oportuno.

Después de una separación hay que tomar tiempo para reflexionar sobre el pasado,  para no volver a repetirlo; darse cuenta de qué rol se jugó en la relación frente al problema presentado. Luego tendrá que repensar el hoy para una satisfactoria elección, cuando así lo considere.

En nuestra cultura existe una tendencia de los amigos a buscarle parejas a quienes están solteras, como si esta fuera una elección por encargo. Cada amigo presentará al suyo como el mejor postor. Esto le deja poca oportunidad para discriminar y pensar sobre su elección, haciéndose más compleja cuando es motivada por otros y no por decisión propia.

Es prudente que camine con pasos seguros. Cuando usted esté lista para entrar en una nueva relación, la deseará y creará las condiciones para que así ocurra.

A los dos años de separación  la persona comienza a ajustarse a estar sola y  a visualizar la vida con otros ojos.

Muchas personas ven la soltería, después del divorcio, como un problema, no como una oportunidad para disfrutar de la vida de forma distinta. Aprender a disfrutar, emprender un nuevo proyecto de vida, desarrollo profesional, personal, espiritual y disfrutar de las amistades.

Desafortunadamente asocian soltería con disfunción. Cuesta a muchos pensar que se puede estar muy bien, con buen estado de ánimo y con entusiasmo de seguir adelante por sí misma.

Lo interesante de la vida es que se puede repensar, rediseñar  y eventualmente entregarse  a la espontaneidad.

Aunque usted oiga muchas voces aconsejándola, escuche, reflexione por usted misma ¿Qué es lo que quiere en ese momento? ¿Qué le provoca mayor satisfacción? ¿Qué es lo que espera de su vida ahora?

Decidir por usted misma le dará calma y seguridad.

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