CONSULTORIO DE FAMILIA

CONSULTORIO DE FAMILIA

Soraya Lara de Mármol

Pregunta del lector: Mi esposa y yo nos amamos, pero con los años hemos llegado a un alto nivel de intolerancia. Discutimos. Desde el principio ha sido así. Mientras éramos jóvenes y nuestros hijos pequeños fui un tanto tolerante. Es una persona psicorrígida con la limpieza y los quehaceres. Soy el polo opuesto. Lamentablemente vengo de una familia donde mi padre golpeaba a mi mamá y yo me juré desde pequeño que si me veía en ese tipo de situaciones prefería callar. ¿Qué hago? Me gustaría conservar mi matrimonio, pues hasta he pensado en el divorcio; pero con estas condiciones no creo que pueda llegar a feliz término.

Respuesta de la terapeuta: Las características que usted describe de su pareja sugieren que tiene una dimensión de la personalidad perfeccionista.

Las conductas que suelen manifestarse son: necesidad de tener todo en orden, necesidad de control, sentirse autosuficiente y creerse que solo ella puede hacerlo bien.

Con los años estas personas pueden volverse muy críticas, atacan a los demás cuando las cosas no marchan como esperan.

 

Son personas muy sensibles a las críticas. Les cuesta reconocer que son perfeccionistas. Es por eso que les resulta difícil buscar ayuda. Creen que nadie tiene que decirles qué hacer. Usted dice que por su experiencia de vida en su familia de origen prefirió callar y tolerar. Así que ambas pautas se ajustaron en la disfuncionalidad adaptativa; ahora se siente más sobrecargado y con escasas herramientas para enfrentar la situación.

Quizás, sus hijos sean mayores, y en consecuencia esté más cerca de ella y se está sintiendo más vulnerable. La situación tiene probabilidad de mejorar, pero es importante que ella reconozca su situación y pueda modificar su estilo. Y es importante que usted pueda romper el silencio. El silencio no hace más que empeorar las cosas. Quien calla sufre, guarda dolor y se va desgastando emocionalmente. Cree que con esto contribuye al sostenimiento de la relación, sin embargo, se drena y pierde las habilidades para enfrentar los problemas. En consecuencia, llega la sensación de vacío y la fantasía de separación, como mecanismo para salir de una situación que duele.

La persona aprende a no defender su punto de vista. La otra cree, entonces, que tiene la razón. Que usted diga que la ama es una razón para buscar ayuda, vivir unidos y estar bien.

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