CONSULTORIO DE FAMILIA

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Pregunta del lector: Recientemente leí en un periódico digital que la “obsesiva dependencia de la madre podría ser causa de anulación del matrimonio católico”. ¿Me puede explicar la gravedad de esta dependencia?

Respuesta de la terapeuta: La estructura emocional de los padres con cada uno de sus hijos no es la misma. Existe una tendencia a elegir inconscientemente a uno de ellos con el que conectan emocionalmente, atribuyéndole características especiales que definirán el tipo de relación que sostendrán a lo largo de la vida.

La primera posición entre hermanos es, generalmente, el objeto de preferencia. Murray Bowen desarrolló el concepto del proceso de proyección familiar en el que los padres proyectan parte de su inmadurez sobre uno o más hijos.

Refiere que el hijo que queda atrapado en el proceso de proyección es el más apegado emocionalmente a los padres y el que termina con el menor nivel de diferenciación o inmadurez. Por lo que tiende a ceder su self o sí mismo para quedar atrapado en esta configuración emocional. Suele darse en el hijo o hija mayores.

Se cosifica la relación en un sí mismo indiferenciado. Observamos una masa familiar fusionada, no hay yo individual. El hijo que queda atrapado se pliega, somete o cede su yo individual a una relación aglutinada.

Esta fusión lleva al hijo a una dependencia absoluta. Se convierte en un apéndice. Queda incapacitado para decidir por sí mismo y llevar su propia agenda.

Le cuesta funcionar con autonomía. Decidir por sí mismo le genera inseguridad. No se percibe como una persona individual, con libertad para pensar por sí mismo.

En esta configuración emocional no cabe un tercero, una pareja. Se ha dado una especie de castración emocional que impide conectar con el otro.

En caso que la fusión intensa sea con la madre , ésta lo guiará, conducirá y decidirá en todo. Incluso, si la pareja no opera en el mismo nivel de diferenciación no comprenderá este tipo de relación y se verá precisada a salir de ella. No encuentra espacio emocional para formar parte de la unidad conyugal.

La configuración emocional quedará cristalizada. Separarse de la fusión le generará una crisis emocional grave. No se percibe como ente individualizado.

Las relaciones fusionadas generan enfermedades emocionales, coartan la libertad y autonomía. Absorben, drenan o chupan al hijo atrapado emocionalmente. De ahí la dependencia que podría afectar el matrimonio.

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