CONSULTORIO DE FAMILIA

CONSULTORIO DE FAMILIA

Pregunta de la lectora: ¿Es cierto que las parejas se desgastan y pueden llegar a la separación? ¿Es preferible seguir intentando con la misma pareja? ¿Qué sentido tendría estar al lado de una persona que no muestra interés en la relación?
Respuesta de la terapeuta: Durante la historia de la humanidad hemos visto que las separaciones entre las parejas han ocurrido. Las causas de cada caso pueden ser diferentes.
Incluso, motivos de tipo culturales, religiosos y familiares pueden incidir en las actitudes y comportamientos de las parejas.
Estos cambian en el transcurso del tiempo, por lo que vendrán nuevas demandas para ajustarse a un funcionamiento distinto. Se trata de lo que comúnmente las personas llaman acoplarse.
Si no hay adaptación y no se crean actitudes y comprensión respecto a lo que sucede, existe la posibilidad de que se entre en un limbo emocional o se llegue a una ruptura. Generalmente la pareja se da cuenta pero, en vez de enfrentar la situación, se desarrollan mecanismos adaptativos y se van ajustando: dejan de pedir compañía, no se entusiasman si están solos y dejan de pensar en la responsabilidad mutua del bienestar común.
Esta adaptación ocurre en ambos miembros de la pareja, pero no hay coincidencia en la manera de pensar y actuar.
Quien tiene mayor predominancia en la relación ejerce una presión silente, muchas veces imperceptible e impone un comportamiento al otro. Se asume un nuevo comportamiento y una actitud como respuesta.
La apatía, la indiferencia, la falta de ánimo hacia la relación, el distanciamiento por el trabajo, el cuidado de los hijos, los compromisos sociales, una enfermedad personal o la de un familiar significativo, relega al otro a un plano secundario. La comunicación se torna pobre y carente de vivacidad afectiva.
El sentido de la interdependencia en la pareja queda sin los eslabones necesarios y suficientes para percibirse como parte de la vida del otro.
Muchas parejas emocionalmente inteligentes se dan cuenta, asumen el compromiso de retomar la relación y valorar el sentido de acompañarse, como dos personas merecedoras de amor adulto.
Otras siguen el curso de desgastarse y quemarse en el intento y deciden no seguir hacia delante. La pareja puede declarar: “Lo intentamos y no encontramos nada en común entre nosotros que no sean los hijos”.
Se reinventan o padecen en la apatía.

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