Consultorio de Familia

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Soraya Lara de Mármol

Pregunta de la lectora: Reconozco que desde muy temprana edad fui maltratada por mis padres. Todavía siento que me duelen los golpes. Recuerdo cada una de las palabras hirientes que me decían. Pienso que estoy traumatizada. ¿Puedo superarlo?

Respuesta de la terapeuta: Se puede aprender a no reexperimentar los malos tratos recibidos en la infancia a través de los recuerdos y ser resilientes.

El dolor físico y la afección emocional se experimentan en el momento en que ocurre el maltrato, pero quedar atrapada en el pasado es una opción. Boris Cyrulnik, nos dice que no podemos evitar el dolor cuando ocurre el hecho, pero que sí elegir no sufrir. Es una opción.
El pasado no se puede cambiar, pero la interpretación sí. Comprender a los padres, sus antecedentes, sus pobres competencias parentales en el ejercicio de la disciplina y su baja tolerancia ante el comportamiento de los hijos, contribuye a la resignificación de los hechos. De alguna manera, libera del pasado doloroso.

Evocar las situaciones vividas, trae el pasado al presente y se experimenta como si ocurriese en la actualidad, por supuesto porque no se ha superado.

El cerebro no distingue entre la realidad y lo imaginado, me explico, un acontecimiento que pasó hace unos años, la persona lo mantiene vigente, lo experimenta tal cual, mantiene el recuerdo vívido porque trae imágenes repetitivas de manera involuntaria.

Las personas que presentan síntomas del trastorno de estrés postraumático, suelen contar que sueñan o recuerdan de manera recurrente lo que les ocurrió y, sobre todo, que experimentan las mismas emociones que en el caso de que el maltrato estuviese ocurriendo de nuevo.

Es muy probable que al reexperimentar el pasado aparezcan reacciones fisiológicas importantes como son los comportamientos de sobresalto, hipervigilancia, dificultad para dormir, mareos, sudoración y palpitaciones, entre otros.

También hay que considerar si se experimentan emociones negativas como llanto, ira, irritabilidad, culpa y vergüenza. Además, si se notan limitaciones para expresar alegría, satisfacción por la vida o sentimientos de amor.

Si se presentan estos síntomas, es probable que se necesite ayuda profesional para superarlos y afrontar las distorsiones cognitivas como consecuencia del maltrato.
Gozar de salud mental, de un buen funcionamiento social y establecer relaciones interpersonales confiables son prioridades ineludibles.

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