Consultorio de Familia

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Soraya Lara de Mármol

Pregunta de la lectora: ¿Es cierto que después de sufrir un trauma existe la posibilidad de superarlo y no vivir con la misma agonía? ¿Existe alguna diferencia entre quienes pueden lograrlo y los que no?

Respuesta de la terapeuta: Los menores de edad y las personas adultas pueden sufrir traumas por exposición directa o indirecta. Los acontecimientos o sucesos experimentados con amenazas o agresiones impactan psicológicamente.

¿Cómo se manifiesta el impacto o daño psicológico? A través de síntomas psicológicos y fisiológicos como son trastorno de estrés postraumático, ansiedad, depresión, disminución de la autoestima, somatizaciones, estrés agudo e ideación suicida.

Dentro de los síntomas fisiológicos se encuentran alteración del sueño, llanto, hiperactividad, sudoración, palpitación, opresión en el pecho, entre otros.

En las víctimas de maltrato infantil, negligencia, violencia o abuso sexual, violencia física y psicológica, la confianza básica es quebrantada. La percepción de que el mundo no es seguro para ellas es un agravante.

Además, como no pueden o no han podido manejar la situación se incrementa la sensación desagradable de incontrolabilidad e impredecibilidad de los hechos violentos. Se han dado cuenta de que las conductas de las personas que les hacen daño no están bajo su control.

Ahora bien, en la revisión de literatura, autores plantean la capacidad natural de resiliencia de algunas víctimas, otras, cuentan con un apoyo incondicional y de apego seguro que les ayuda a superar el trauma.

Superar el trauma, no necesariamente implica olvidar lo padecido, es comprender lo que le sucedió, cómo le impactó y cómo vivir en el aquí y el ahora sin presentar ninguno de los síntomas anteriores.

Es tomar conciencia de que cuando sufrió el evento, el dolor experimentado era inevitable, pero sufrir por el resto de la vida por algo que ya pasó y de lo que no fue responsable es una elección.

Contar con una persona que funja como tutora resiliente es de gran ayuda como soporte emocional para superar la adversidad, creer en sí misma, recuperar la autoconfianza, afrontar positivamente la vida y enriquecer su vida espiritual.

Es beneficioso conversar con una persona comprensiva, que inspire confianza y con capacidad empática.

A las víctimas de hechos violentos hay que estimularlas a superar el trauma respetando su derecho a pensar y expresarse libremente, garantizándole que no serán culpabilizadas, juzgadas ni discriminadas.

También hay que respetar y comprender a las que no pueden superar el trauma.

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