CONSULTORIO DE FAMILIA

CONSULTORIO DE FAMILIA

Sicóloga, Terapeuta familiar
Pregunta de la lectora:
Tengo un hijo de 8 años. Es muy agresivo. Cuando le mando a hacer algo reacciona peleando. A veces estrella la puerta de la habitación, juguetes, grita. Si estamos en la hora de almuerzo y lo corrijo se para de la mesa enojado. En el colegio me han dado la información de que es agresivo, discute y pelea con facilidad. ¿Qué puedo hacer?

Respuesta de la terapeuta: La descripción de las conductas de su hijo podrían indicar que se trata de comportamientos a través de los cuales    expresa  su sentimiento de ira.

La ira es un estado emocional caracterizado por sentimientos de enojo o enfado de intensidad variable. La agresión es una conducta dirigida a causar daño a personas o cosas.

La familia es un regulador por excelencia de la expresión de la ira. Habría que conocer ¿cómo todos los miembros de la familia expresan la ira?, ¿cómo la controlan?, ¿cómo reaccionan?, Cuando alguno tiene este  tipo de manifestación: ¿cómo responden los demás?

El sentimiento de expresión de la ira va desde el enfado a la furia. Puede ser una experiencia transitoria o duradera.

Habría que considerar los factores estresantes que podrían estar incidiendo en la expresión verbal o física de la ira.

Los niños con temperamento de ira son irritables y propensos a expresar sus sentimientos de ira aunque la provocación sea pequeña. A  menudo son impulsivos y carentes de control. Si el niño no aprende a regular  la ira, en la edad adulta puede asumir un estilo autoritario y utilizarla  para intimidar a otros.

Los que reaccionan con ira tienden a ser muy sensibles a las críticas y a la evaluación negativa hecha por los demás.

La baja tolerancia a la frustración juega un papel importante.

¿Qué hacer? Como madre, usted podría ayudarle  a dar salida controlada a los sentimientos de ira.

Ofrézcale  ejercicios de respiración y relajación. Estos son importantes porque la ira aumenta la presión interna y al no saber manejarla, el niño puede terminar expresándola abiertamente sin valorar las consecuencias.

Dialogar con el niño acerca de qué pensó cuando reaccionó con conductas agresivas. Luego evaluar si su reacción se corresponde con la situación que se le presentó. Y tercero, en función del mismo estímulo, qué otras respuestas asertivas pudo haber dado.

Estos ejercicios dan buenos resultados.

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