Consultorio De Familia

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Soraya Lara de Mármol

Pregunta de la lectora:

Salí de mi casa en mi adolescencia. No toleraba los golpes que mi padre nos propinaba a mí y a mi madre. Lamentablemente, tuve que vivir con diferentes familiares.

No tuve buenas experiencias. Sufrí intentos de abuso sexual, incluso por mi padre. Decidí no estar en contacto con ellos. ¿Qué me recomienda?

Respuesta:

Su reacción estuvo mediada por la afección emocional, las injusticias sufridas y el estrés como consecuencias de sus vivencias.

Estar expuesta a la violencia que ejercía su padre hacia su madre y ser usted también receptora, quizás le generó un estrés que desbordó la capacidad de afrontamiento y de la comprensión de los sucesos.

Cuando se es menor de edad, no se discierne respecto a por qué un padre golpea a la madre. Además, observar el enfurecimiento, los gritos, las amenazas, el rostro agresivo, el tono de voz, los ademanes y los demás comportamientos, son conductas que se interiorizan en su psiquis con repercusión en su fisiología. De igual forma, se registró cuando él la golpeaba a usted en la infancia y la adolescencia.

Generalmente, estas experiencias dolorosas e incomprensibles traen como consecuencia síntomas de depresión, ansiedad y de trastorno de estrés postraumático. No estar en la casa de sus padres, no implica estar desconectada. Existe un vínculo, que puede ser traumático, pero no necesariamente anulado.

Es probable que su salida fuera una respuesta de supervivencia. Preservar su vida y buscar un lugar que le representara mayor seguridad y confianza, era lo que anhelaba. Es lamentable que en otros hogares, también fuera abusada, situación que incrementa su vulnerabilidad.

En el ciclo de vida infancia-adolescencia, las niñas son maleables y vulnerables, se encuentran en pleno proceso de desarrollo. Lo que suceda durante ese periodo incrementa el riesgo de lesiones psíquicas porque aún no se ha alcanzado la madurez necesaria para comprender lo que le sucede.

Su padre sabía que por su edad e inmadurez podía justificar el abuso sexual y persuadirla para que accediera sin oponerse. Algunos les dicen a sus hijas que es un “secreto entre ambos y que nadie debe saberlo” o “sé lo que hago porque soy tu papá y tienes que confiar en mí”.

Le recomiendo buscar a un especialista con dominio de estos temas para dialogar, organizar sus ideas y que pueda explicarle acerca de sus preocupaciones, de la ambivalencia afectiva, y construir la resiliencia.

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