Consultorio de Familia

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Soraya Lara de Mármol

Pregunta del lector: No salgo del asombro cómo a los padres no nos tratan igual que a las madres en su día conmemorativo. Muchos papás estamos jugando un rol más activo que en otros tiempos en la crianza de los hijos. ¿A qué usted le atribuye esta discriminación?

Respuesta de la terapeuta: El Día de las Madres se celebra en fechas diferentes en varios países, con un significado distinto al del padre. Incluso, las madres cuentan con un himno en el que se destacan el amor, la abnegación, el sacrificio y la protección.

Los datos históricos evidencian que esta celebración se remonta a la antigua Grecia, donde se le rendía honor a Rea, la madre de Zeus, Poseidón y Hades. Luego, con el cristianismo pasó a ser un tributo a la Virgen María. El origen moderno se remonta a 1865, en Estados Unidos.

Al conocer la historia de esta celebración podemos comprender que se trata de una tradición milenaria. Instituir con la misma significación la del padre tomará, probablemente, cientos de años.

También hay que considerar que las madres biológicas llevan a sus hijos en sus vientres por nueves meses y que la inversión energética, nutricional y en cuidados especiales, entre otras, supera a los de los padres. Parir, amamantar y cuidar al recién nacido le han conferido un significado de mayor trascendencia.

Además de los aspectos biológicos, la gran mayoría de las madres, invierten mayor tiempo en otros aspectos cotidianos alusivos al cuidado, el aseo, jugar, guiar y proteger, que crean y fortalecen el vínculo.

En otros periodos de la humanidad era imprescindible que las mujeres estuvieran a cargo de la crianza de los hijos y su presencia en el hogar era imprescindible, mientras los padres salían a trabajar para procurar los ingresos para el sostenimiento de la familia. Los padres iban a las guerras por largos periodos, de manera que las madres permanecían en el contexto familiar.

Ahora bien, en la medida en que los padres se integren a las tareas de crianza, su rol sea más colaborativo y se incorporen abiertamente a las mismas asignaciones atribuidas a las madres, los hijos y la sociedad los tomarán en cuenta.

Las tradiciones y la exaltación de las figuras parentales pasan de generación a generación y de siglos a siglos. La construcción de la parentalidad bientratante está en proceso.

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