CONSULTORIO DE FAMILIA

CONSULTORIO DE FAMILIA

Sicóloga, Terapeuta familiar
Pregunta del lector:
Quisiera saber si ustedes, los psicólogos que trabajan oyendo tantos problemas, se afectan en la vida y en  relaciones personales.

Respuesta de la terapeuta: Su pregunta suelen hacerla muchas personas. Tendré el honor de contestar con algunas consideraciones, las cuales asumiré como psicóloga y maestra en terapia familiar. Además, como ser humano que ha vivido la experiencia de pertenecer a una familia de origen y ahora disfrutar de mi familia nuclear. Los seres humanos somos consecuencias de nuestra historia de vida familiar, de nuestra escala filogenética y de los acontecimientos socio-políticos y culturales. Vivimos atravesando etapas de desarrollo en la vida y cada fase nos afectará de acuerdo al estilo de afrontamiento familiar aprendidos. Nuestra experiencia familiar es de mayor impacto porque aprendemos en un 85% de lo que interactuamos cada día en ese núcleo existencial que nos hace sentir que pertenecemos a una trama invisible de lealtad familiar, que nos atrapa o nos libera.

Nuestras figuras primarias madre-padre crearán lazos de confianza por cuidado, afecto, ternura y mensajes que nos envían en el transcurrir de nuestras vidas. Si logramos un apego seguro, a partir de estas experiencias tempranas, podremos desempeñarnos mejor en nuestro trabajo. Nuestra formación universitaria y adquirir conocimientos a través de las revisiones bibliográficas, nos liberan de aferrarnos al pasado -si fue adverso-; o bien, a superarlo y aprender nuevas formas de ver el mundo en función de lo que hemos aprendido. Entonces, podremos sentir empatía con las personas que solicitan nuestros servicios.

Aprendemos técnicas de diferentes exponentes de grandes teorías psicológicas que nos dan las herramientas para no sucumbir y asumir el problema de la persona que nos solicita, o al menos, entenderlos, comprenderlos, resonar con su dolor.   Pero, sólo para ser empáticos, sin dejarnos atrapar por el problema del otro. Tenemos las herramientas  para establecer la distancia psicológica y no sucumbir ante el dolor y tristeza de la otra persona. Aunque, sí reconozco que hay casos que duelen. Creamos habilidades de descompresión emocional para liberarnos de lo que nos queda del otro. Estas técnicas, además, permiten advertir cuando estamos o no pasando el límite del sí mismo del terapeuta y del solicitante del servicio. La mejor técnica es nuestro compromiso de acompañar emocionalmente a la persona que sufre y buscar nuevas  alternativas para vivir mejor.

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