CONSULTORIO DE FAMILIA. Buenos ingresos antes de casarse

CONSULTORIO DE FAMILIA. Buenos ingresos antes de casarse

Pregunta de la lectora: Mi novio y yo nos hemos comprometido, pero no pusimos fecha de matrimonio. Los dos estamos de acuerdo en que antes de casarnos debemos tener un inicial para obtener una vivienda. Queremos tener vehículos y buenos ingresos económicos antes de dar el paso. Nuestros padres no entienden. Dicen que antes la gente se casaba y vivía bien sin todo esto. ¿Qué opina usted?

Respuesta de la terapeuta: Sus padres tienen razón. Las parejas que les anteceden consideraban que lo primero era el vínculo afectivo y el deseo de estar juntos. Se valoraba si la mujer presentaba cualidades para ser la madre de sus hijos y una buena esposa. La mujer, tomaba en cuenta si su pareja representaba, además de su amor, un potencial padre protector y proveedor del bienestar para sus hijos.
Se proyectaba con ahínco el sentido de la familia como núcleo unido y compacto, en el que se compartía sin miedo, si con orgullo, las limitaciones económicas y los sacrificios para echar hacia adelante los hijos, darles una buena educación y transmitirles una educación moral y ética que los enorgulleciera.

El orgullo de nuestros antepasados consistía en decir: “Como pobre hicimos que nuestros hijos se hicieran profesionales” “Pobres, pero honrados”.

En los medios de comunicación observo cómo los mercados inducen a las personas al consumo. La publicidad pone en la cabeza un vehículo, un negocio, unos muebles. Los ojos no ven. Es decir, hay ceguera absoluta con relación al consumo.

La individualidad consumista, gastar, tener, poseer y aparentar es lo que prevalece. No es el amor, el deseo de estar juntos, superarse paso a paso. Es ahorrar entre ambos y establecer prioridades. Es endeudarse hasta la infelicidad.

Trampas de la sociedad consumista, individualista y volátil: Un amor diluido, que abandona el interés de la pareja para trabajar y consumir, perdiendo el foco de interés mutuo.

El desarraigo afectivo ganando: si no sirves para lo que te necesito, te rechazo. Si no te pareces a lo que me venden en los medios, pierdo el interés en ti.

En la medida en que las personas resuelven sus problemas individuales, tienen sus necesidades cubiertas, menos necesitan del otro. El sentimiento solidario de acompañarse para alcanzar como colectividad , el bienestar, se difumina. Se pierde el Yo solidario y prevalece el Yo individualista.
Desafortunadamente: “Yo y mi satisfacción de consumo primero, luego pienso en ti”

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