CONSULTORIO DE FAMILIA. Las parejas e hijos

CONSULTORIO DE FAMILIA. Las parejas e hijos

Soraya Lara de Mármol

Pregunta de la lectora: Tengo una situación muy difícil con mi pareja. Tiene dos hijos de su relación anterior, de 13 y 9 años. La madre de los niños no los quería tener. Son muy complicados y tienen malas costumbres y la madre es una mujer “de la vida”. Tengo dos hijos. ¿Qué puedo hacer?

Respuesta de la terapeuta: En parejas que establecen una relación y que tuvieron hijos de uniones anteriores, existe una alta probabilidad de que en algún momento del ciclo de vida, unos u otros hijos vivan en la nueva unidad conyugal.

Cuando esto ocurre, suelen aparecer nuevas tensiones por los cambios y ajustes pertinentes para adaptarse a las demandas de la nueva estructura. Quienes llegan están emplazados a acogerse a lo ya establecido. La toma de decisión para aceptar a los hijos del otro crea tensiones. La primera reacción que aparece es la del rechazo. Se desconoce el impacto que traerá a la relación. Es un periodo en el que la negociación debe ser la mejor estrategia. La imposición no funciona.

Tendrán que hacerse reubicaciones de los hijos. Quizás, los que viven en el hogar tendrán que ceder espacios en las habitaciones, cambiar rutinas y modos de relacionarse.

Crea mucha tensión cuando se comienza a comparar los hijos y a considerar a los de las parejas como los mal educados, sin tomar en cuenta que son cambios dramáticos para los que llegan y los que están. Tendrán que conocerse, aceptarse, adaptarse y compartir nuevos rituales familiares.

Hay que considerar en la etapa de desarrollo en la que llegan los hijos. Podrían tener una edad en la que la madrastra o el padrasto no cuentan con las habilidades para manejarse.

Cuando los hijos llegan, tendrán que adaptarse a la convivencia con el padre que estuvo ausente. Suele ser más complejo cuando vienen por situaciones adversas y conflictos de su otro núcleo familiar.

La tolerancia, la comprensión y la solidaridad entre los que acogen a los hijos son vitales para que la adaptación sea menos traumática.

Acogerles, conocerles y aceptarles es la mejor opción. Rechazarles de entrada puede provocar en ellos mayor sufrimiento y reactividad.

El padre que lleva a los hijos al nuevo hogar es el responsable de darle mayor apoyo para que se sientan seguros y confiados. No pueden olvidar que son menores y necesitan protección.

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