Consultorio de Familia. No me atrevo a decir que no

Consultorio de Familia. No me atrevo a decir que no

Soraya Lara de Mármol

Pregunta del lector: Soy un hombre bueno. Cuando me piden un favor o una ayuda, no me atrevo a decir que no, aunque no pueda. Con tan solo pensarlo comienzan a venir muchos pensamientos, tales como: ¿Qué pensarán de mí si digo que no?, ¿Pensarán que soy malo?, ¿Dejarán de ser mis amigos? También me pasa que cuando digo que sí, por dentro digo que no. Me molesto conmigo mismo. ¿Qué se puede hacer en mi caso?

Respuesta de la terapeuta: Reconocer lo que le está pasando es un paso de avance. Tiene clara la contradicción existente entre querer decir que no y decir que sí. Esta ambigüedad le genera mucha presión interna, lo que podría detonar en usted fuerte sentimiento de frustración.

Generalmente, algunas personas con este tipo de conducta podrían en un momento de mucha tensión explotar dada la ira acumulada al sentirse incapaces de decir que no.

Hay dos formas de expresión de la ira, una es la interna y la otra externa. La primera va dirigida hacia uno mismo, mediante pensamientos negativos, denigrantes, insultos y descalificadores. Imperan ideas tales como: “Soy tan estúpido, si se que no puedo, ¿ Por qué lo hago”, “No sé para qué me metí en esto?, ¿Seré bruto? ”, ¿Tendré cara de tonto que todo el mundo quiere que le ayude?.

La segunda es manifestada contra terceras personas. El malestar o tensión acumulada se expresa hablándole mal a personas, que no necesariamente están vinculadas al hecho.

Usted ha podido darse cuenta de que existen motivaciones internas como el temor a ser rechazado o no querido. Aprender a decir que no, le garantizará estar tranquilo con usted mismo. El coste emocional es muy alto dada su actitud complaciente. Es agradar y hervir internamente.

Existen formas de decir que no sin ser descortés, como por ejemplo: “Me gustaría ayudarte, pero ahora no puedo”, “Estoy ocupado con otros asuntos, no me es posible ahora”, “Cuanto me apena no poder ayudarte”. Se dará cuenta que dirá que no, y todo seguirá igual. Las personas le comprenderán y le seguirán mostrando afectos.

Se sentirá más libre de decir que sí con agrado, el día que pueda.

El miedo a perder la imagen, el cariño, la aceptación y el reconocimiento de los demás, podrían ser sus motivaciones internas que lo atrapan en el “sí puedo”.

 

 

 

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