CONSULTORIO DE NUTRICIÓN

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P: ¿Qué relación existe entre alimentación, microbiota intestinal y salud cardiovascular?

R: La microbiota está constituida por trillones de microbios que habitan normalmente dentro de nuestro organismo; y la mayoría de esas bacterias, virus y hongos viven en el intestino, en simbiosis con nosotros.
Estos microbios mejoran la digestión, preservan la integridad de las células del colon, regulan la inmunidad y el estado de ánimo mediante la producción de serotonina a partir del triptofano.
La composición de nuestra microbiota intestinal depende de lo que comemos; y como es bien sabido, las substancias producidas por la microbiota intestinal influyen sobre el riesgo de padecer enfermedades crónicas: obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, cáncer, etc.
Entre esas substancias se encuentra la trimetilamina (TMA), formada por acción de las bacterias intestinales sobre la colina, un nutrimento presente en carnes rojas, pescados, aves y huevos.
En el hígado, la TMA se convierte en N-óxido de trimetilamina (TMAO), una substancia que se encuentra fuertemente ligada a la formación de las placas que obstruyen las arterias (aterosclerosis). Según una revisión sistemática que incluyó más de 19 mil pacientes, los sujetos con los niveles sanguíneos más altos de TMAO tuvieron una probabilidad 62% mayor de sufrir un evento cardiovascular importante, especialmente infarto cardíaco y accidente cerebrovascular; y un riesgo de mortalidad 63% mayor (Heianza Y y col. J Am Heart Assoc. 2017).
También el riesgo de complicaciones cardiovasculares fue un 30-40% mayor en los pacientes que tuvieron los niveles sanguíneos más elevados de los precursores de TMAO (L-carnitina, colina o betaína), comparados con quienes tenían los niveles más bajos.
Por otro lado, una dieta rica en fibras favorece el crecimiento de bacterias intestinales productoras de ácidos grasos de cadena corta (acético, propiónico y butírico), los cuales ayudan a controlar la glucemia, el colesterol, la obesidad y la presión arterial, conocidos factores de riesgo cardiovascular. Aunque este campo de estudio está aún en pañales, algunas evidencias sugieren que los hábitos alimentarios que ayudan a prevenir la enfermedad cardíaca, tales como evitar las carnes rojas, limitar la sal y consumir alimentos ricos en fibras (frutas, vegetales y granos integrales), también tienen efectos favorables sobre la microbiota intestinal. En un futuro cercano la alimentación y el uso de probióticos podrían ser dos estrategias útiles para controlar las enfermedades cardiovasculares.

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