P: ¿Qué cantidad de suero se necesita para hidratar a una señora de 93 años que no ingiere agua porque no le gusta, y solo consume 8 onzas de un suplemento nutricional o su equivalente en sopa, en todo el día?
R: Los envejecientes sin enfermedad aguda necesitan consumir entre 1,500 mL y 2,500 mL de agua al día. Estas cifras deben reducirse en casos de insuficiencia cardíaca o renal, retención de líquidos en los tejidos (edema) o en la cavidad abdominal (ascitis); por lo cual debe consultarse al cardiólogo o geriatra, quien determinará los requerimientos de agua.
Los ancianos tienen alto riesgo de sufrir deshidratación debido a que contienen menos agua corporal (50%) que los adultos (60%) y su reflejo de la sed está alterado.
Otras veces, ellos evitan el agua para reducir la frecuencia de ir al baño, sobre todo, en horas de la noche; o padecen alguna enfermedad (Alzheimer, demencia, depresión, apoplejía) que les impide comunicarse para pedir agua.
Por otro lado, el clima cálido, la diarrea, los vómitos y las enfermedades febriles, aumentan las necesidades de agua y el riesgo de deshidratación.
En casos de deshidratación, la orina es escasa (menos de 500 mL/día) y obscura (concentrada); hay sequedad de la boca, saliva escasa y espesa, pulso rápido, dolor de cabeza, irritabilidad, nerviosismo, hipotensión y pérdida de la conciencia.
Esta anciana consume muy poca agua y menos de 500 calorías al día (¡menos de 1,500 calorías causan desnutrición!).
Su alimentación debe ser blanda (suave) y condimentada, a base de carnes y pescados molidos, huevo hervido, maicena, avena, harina, trigo con leche descremada y sin lactosa; flanes, quesillos, helados, cremas de leguminosas y vegetales, purés de víveres con aceite de oliva; y suficiente agua (aunque no la pida) para evitar deshidratación y estreñimiento.
En vista de que ella rechaza el agua natural, se le podría agregar zumo de frutas (limón, naranja, cereza, melón, sandía, etc) sin azúcar (si es diabética); y ofrecerle agua de coco (rica en potasio, cloro, sodio), jugos de frutas, caldos y sopas de vegetales.
Restringir el consumo de café, te, chocolate, colas y bebidas alcohólicas, por su efecto diurético.
Finalmente, la paciente debería ser valorada por un nutriólogo para un mejor manejo nutricional.