CONSULTORIO ECOLÓGICO

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Especialista en recursos naturales
P. Profesor, no sabía que el tema de los transgénicos era tan sensible ni que tuviese tanta relevancia a nivel internacional y, siendo así las cosas, donde los peligros reales y los riesgos potenciales su- peran grandemente las supuestas bondades de los Organismos Genéti- camente Modificados, que nos obliga a los dominicanos abrirle las puertas a las semillas transgénicas, poniendo en riesgo la salud ciu- dadana, la seguridad alimentaria y nuestro porvenir?

R. Nos obligan las fuerzas del mercado, los intereses comerciales de las multinacionales, la fantasía de que todo lo que proviene de la tecnología significa modernismo y adelanto, pero lo peor de todo es que también nos obliga la ignorancia de que vivimos en una isla, en uno de los tesoros mundiales más apetecidos para conocer y desentrañar los misterios del origen de la vida en nuestro planeta, ignoramos que estamos en un rincón del Atlántico, aislados de las grandes masas continentales y que lo autóctono, lo endémico, lo original, todavía no ha sido contaminado hasta el grado de perder nuestra esencia insular, de poner en riesgo nuestra fragilidad y de que en todo ello, es que reside nuestro porvenir, la marca distintiva que nos diferencia ante el mundo.

El día en que perdamos nuestra identidad, ya no tendremos más turismo, ni mercados de productos orgánicos, ni atractivos únicos para mostrarle al mundo y, por lo tanto, nos sumergiremos en el anonimato, ignorados incluso por quienes nos quieren obligar graciosamente a entregarle nuestro porvenir. El Congreso Nacional tendrá que asumir las responsabilidades primarias de los riesgos de la invasión a que se está sometiendo la RD por parte de los OGM. Ya las fronteras no existen, son quimeras y pronto, muy pronto entenderemos que no necesitamos ejército para defenderlas, que las armas nucleares, misiles y tanques de guerra, son para las potencias mundiales y que los países pequeños, no significan ni siquiera la picadura de un mosquito para ellas, por lo que no tiene sentido prepararnos para una conflagración contra enemigos que la globalización se encargó de eliminarnos.

Lo que sí necesitamos son leyes claras y específicas, una policía genética, sin macanas ni uniformes, sino con conocimientos, con valores éticos y un gran sentido de la responsabilidad o compromiso con la Nación, con las generaciones venideras y sobre todo, con nuestro porvenir como país y realidad en el concierto universal de las naciones.

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