Consultorio Ecológico

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Ing. Eleuterio Martínez Especialista en recursos naturales

P. Profesor, a propósito de los ecoespacios urbanos ¿qué le parecen los esfuerzos por la conservación del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte y la remodelación del Conservatorio Nacional de Música?

R. Si se nos acaban los alimentos y el agua, la vida nos da tiempo e inteligencia para buscarlos, pero si es el aire el que perdemos ¿qué podría pasar? Muchas veces no sabemos valorar o no parece que estemos conscientes de cuánto vale un espacio verde dentro de una ciudad saturada de edificios y rascacielos, donde los autos y el consumismo marcan las pautas de los nuevos tiempos.

¿Cómo sería la capital dominicana sin un Centro Olímpico, un Mirador Sur, una Plaza de la Cultura, un malecón o un parque del Conservatorio Nacional de Música; los pocos espacios verdes donde aún conservan los árboles que transforman día a día, minuto a minuto, segundo por segundo, el monóxido de carbono o el óxido de nitrógeno para que esta urbe no termine asfixiándose?

El Distrito Nacional se ha quedado sin árboles suficientes para su población y la densidad de edificaciones que posee. Lamentablemente ya no hay espacios para plantar y lo único que se puede hacer es cuidar, remodelar y defender por todos los medios, y a cualquier precio, los diminutos reductos o resquicios citadinos donde permanece la esperanza verde.

Hay que impedir nuevas instalaciones físicas en el Centro Olímpico. Sin aire fresco, no debe practicarse ningún tipo de deporte. El mejor aliado de un atleta es el aire fresco y la sensación de libertad que solo puede proporcionarle un ecoespacio extenso y limpio para ejercitarse y desarrollar el maximun de sus potencialidades.

Cada gigante verde, cada arbolito plantado en el Conservatorio Nacional de Música y el entorno de la Cueva Santa Ana, hay que cuidarlos como si se tratara de tesoros escondidos, codiciados por cualquier citadino que busca renovar su salud y curarse del síndrome de una ciudad desértica, porque sus árboles son torres multiplitos que se elevan hasta las nubes. 

Lo único que puede exhibir la Ciudad Colonial como auténtico e imperecedero es el río Ozama. No se puede permitir que la capital se convierta en otra “Ciudad Nueva” o que sus calles y espacios comunes sean como El Conde, Las Damas o Isabel La Católica, donde todo huele a pasado y sin un solo testigo verde que permita mirar hacia el futuro.

Envíe sus preguntas  eluterioporlavida@gmail.com

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