CONSULTORIO ECOLÓGICO

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Especialista en recursos naturales
P.- La Ley Ambiental dominicana surgió para ordenar el sistema ambiental del país y revertir el proceso de pérdida o degradación de las principales riquezas que componen el patrimonio natural de esta nación. Si esto es así ¿por qué los mecanismos de gestión previstos en la misma no han sido efectivos para detener la desaparición de los humedales de la región oriental del país?

R.- Es que la Ley No. 64-00 todavía nos queda grande y la atención a los problemas puntuales, a veces son tan envolventes que impiden la visión holística de la problemática ambiental. En el caso específico los humedales de la región oriental del país, se han cometido todos los pecados contra natura, todos los delitos ambientales y es muy difícil aceptar que estos impactos sean  ignorados por los técnicos, empresarios y funcionarios públicos relacionados con los mismos.

Es cierto que esa inmensa riqueza que la naturaleza dominicana ha colocado en estos contornos de su litoral, debe ser aprovechada (no explotada) para generar riquezas materiales que contribuyan al bienestar y el ensanchamiento de la economía del país, resarcir con creses la inversión extranjera y mejorar las condiciones de vida de los habitantes de esta demarcación territorial. No reconocer esta realidad sería una necedad, una falta de sentido de la oportunidad y hasta una inconsecuencia ante los niveles de pobreza que vive el país. Es decir, nadie en su sano juicio, cuestiona el desarrollo turístico que está experimentando la zona oriental. 

Ahora bien, ese es el concepto que debe ser traducido a los hechos, a la realidad; pero ¿cuáles son las previsiones que obligatoriamente se tendrían que observar para que esta riqueza tan frágil no se nos deshaga entre los dedos de las manos como la arena de las playas? Es muy probable que ninguno de los empresarios turísticos que hacen vida en este polo, tengan conciencia del daño que se le está causado al sistema de humedales que garantiza la estabilidad de las playas que le sirve de sustento a los servicios que ellos venden en sus instalaciones.

Desde Uvero Alto hasta Punta Espada, pasando por Macao, Punta Gorda, Cortecito, Bávaro, Cabeza de Toro, Punta Cana y Juanillo, se ha arruinado más de 40 kilómetros lineales de humedales, cuya recuperación implica labores costosísimas de remediación y la aplicación rigurosa de los mandatos específicos para estos ecosistemas establecidos en la Ley 64-00. El precio de no actuar ahora, será la pesadilla del amanecer de mañana.

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