CONSULTORIO ECOLÓGICO

CONSULTORIO ECOLÓGICO

Especialista en recursos naturales
P.- ¿Profesor, es cierto que existe un parque nacional denominado Estero Balsa, usted nunca nos habló de él, qué hay allí?

R.- Es cierto, el Parque Nacional Estero Balsa es una de las partes del pastel en que la Ley Sectorial sobre Áreas Protegidas (Ley No. 202-04), convirtió el antiguo Parque Nacional Monte Cristy. Es decir, esta nueva área protegida, que no es nueva, sino, una porción de 22 kilómetros cuadrados segregados del anterior Parque Nacional, el cual encerraba una superficie de 1,309 kilómetros cuadrados.

Esta nueva unidad del Sistema Nacional de Áreas Protegidas está conformada básicamente por la segunda zona de manglar más extensa del país y tiene la particularidad de que al Sur de sus límites tiene una de las ensenadas más hermosas que existen en las costas dominicanas: Estero Balsa, a la cual debe su nombre. Justamente en esta parte del parque nacional se recibe una afluencia de agua dulce, proveniente del Río Chacuey, el cual crea condiciones especiales para que allí se forme el hábitat natural numerosas especies de animales, muy especialmente, aves migratorias que requieren de ambientes húmedos, resguardados y con suficiente alimento para su sustento.

En su sistema de manglar existe una gran diversidad de caños, ensenadas, islotes y lagunas donde se refugian los flamencos, manatíes y tortugas marinas que frecuentan estas porciones de las costas dominicanas. En 1998 los pescadores locales capturaron un tinglar cuando buscaba un lugar para el desove, próximo a la playa de Estero Balsa, con un peso aproximado de 1,450 libras.

Esta área protegida está rodeada de proyectos, asentamientos humanos y obras de infraestructuras civiles que mantienen una presión permanente sobre sus recursos naturales y su biodiversidad. A su alrededor se encuentran los poblados y municipios de Pepillo Salcedo, Chacuey y Los Conucos; un puerto marítimo con múltiples proyectos para su ampliación y diversificación; un ferrocarril utilizado para el transporte de guineos para la exportación; múltiples salinas al este del manglar; cacería permanente de aves nativas y migratorias, y un gran depósito del “Rock ash” o cenizas volantes provenientes de Puerto Rico y que ha sido utilizado como relleno de las calles de Pepillo Salcedo.

No obstante, los valores ecológicos, paisajísticos y turísticos indican que se trata de un área de gran importancia para ser protegida dentro del Sistema Nacional de Áreas Protegidas y la formulación de un Plan de Manejo que garantice su integridad ante los tantos factores adversos de su entorno.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas