CONSULTORIO ECOLÓGICO

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Ing. Eleuterio Martínez
Especialista en recursos naturales

P. A propósito del conflicto creado por el proyecto de instalación de una fábrica de cemento en Luperón – Puerto Plata, ¿cuáles son los impactos potenciales y cuál el daño que se podría crear en la zona?

R. Sin entrar en los detalles de las operaciones mineras, las instalaciones fabriles para moler la roca caliza, ni las instalaciones portuarias y otras facilidades conexas requeridas para un proyecto de esta naturaleza destinado a la exportación; bastaría con analizar la ubicación de la concesión minera otorgada por la Secretaría de Estado de Industria y Comercio en la zona de la Isabela. Se trata de inmensas plataformas de rocas calizas que terminan en farallones que se extienden desde la costa hacia tierra firme, formando el paisaje característico que discurre entre llanuras y colinas de baja elevación que separan a Luperón de El Castillo – La Isabela. Estas plataformas coralinas emergidas del fondo del mar están cubiertas por una vegetación intocada, al menos, en los terrenos que forman el perfil de la costa, justo en medio del tramo que separa la zona turística de Luperón (desarrollada) y la zona turística de La Pared de La Isabela (actualmente en desarrollo). Una mina a cielo abierto en esta zona sería un contrasentido, porque malograría los valores naturales que le sirven de soporte al turismo en marcha. Minería y turismo son dos actividades que resultan incompatibles cuando se trata de explotaciones que alteran el medio físico y por ende, rompen con la armonía del paisaje que justamente le sirve de base al desarrollo turístico. Seguro que ni la Secretaría de Estado de Turismo, ni la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales, ni la Secretaría de Estado de Cultura han evaluado las implicaciones que tendría este proyecto; pues no solo se trata de una naturaleza que conserva la belleza prístina y las fuerzas de sus ambientes y ecosistemas intocados, sino que también se encuentra la zona histórica que por primera vez le abrió las puertas a la civilización occidental para entrar a estas tierras y la del continente americano. ¿A cambio de qué el país puede darse el lujo de poner en riesgo su patrimonio histórico – cultural más valioso? Realmente no vemos, fuera de la Secretaría de Estado de Industria y Comercio, la instancia oficial que pueda darle aquiescencia a este proyecto. Los impactos de este proyecto no solo se tienen que evaluar en el área ambiental, sino en el campo histórico, económico y cultural.  

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