CONSULTORIO ECOLÓGICO

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Especialista en recursos naturales

P. El reciente Informe del PNUD dice que la “huella ecológica del país es 1.6 hectáreas por persona, y la capacidad 0.8, por lo que se necesita el doble del territorio para satisfacer el consumo actual. ¿Qué es la Huella Ecológica?

R. La “huella ecológica” indica la capacidad que tiene la naturaleza para satisfacer las necesidades vitales de una persona y a la vez, neutralizar el impacto que se deriva de su existencia. En cierta medida, refleja el costo que asume la naturaleza para mantener vivo a cada Ser Humano (sostenerlo y eliminar sus desechos). Se trata de un indicador muy complejo que engloba múltiples variables que reflejan los insumos que aporta un ecosistema para garantizar la existencia de una persona y para absorber el impacto que genera su estilo de vida  (modelo de desarrollo y de consumo). El Informe del PNUD quiere decir que la República Dominicana, para mantener a cada uno de sus casi nueve millones de habitantes, necesita disponer de 1.6 hectáreas (unas 25 tareas) cultivadas de alimentos, de pastos para el ganado, de bosques maderables, de áreas verdes para absorber la contaminación, para la recreación, de mares y costas para garantizar el desarrollo turístico, para producir pescado, de una tupida arboleda en las montañas y cuencas hidrográficas para producir el agua necesaria para la agricultura, alimentar las presas que generan energía eléctrica y los acueductos que llevan este precioso líquido hasta nuestra casa, garantizan la producción industrial y la sanidad citadina; pero que solo dispone de la mitad, es decir, de 12 tareas para cada uno de nosotros. En realidad es todavía menor, pues el país tiene unos 77 millones de tareas de superficie, que si los dividimos en los 8 millones y medio de habitantes que somos en la actualidad, a penas alcanzamos a cerca de 9 tareas por persona. Este concepto resulta sumamente valioso a la hora de hablar de sostenibilidad, pues si nos acogemos a los cálculos del PNUD, tendremos que aceptar que estamos consumiendo tres veces más de lo que la naturaleza dominicana está en capacidad de darnos. Eso indica los niveles de deforestación que tenemos en las montañas, los cinturones de miseria en las márgenes del Ozama, Isabela, Yaque del Norte, Higuamo, la destrucción del Nizao, Nigua, Yubaso, Cambelen, la contaminación de Haina, la vulnerabilidad ante los cambios climáticos, las inundaciones y males asociados, la destrucción de los manglares y muerte de las barreras coralinas.

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