CONSULTORIO ECOLÓGICO

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P. Profesor, le escuché decir que estamos perdiendo soberanía con los casos de Loma Miranda – Xstrata Nickel y Pueblo Viejo – Barrick Gold ¿podría aclararnos?

R. Aunque parezca un poco incomprensible, así es, pues el concepto soberanía es una parábola muy amplia y su universo engloba el ejercicio de la voluntad incondicionada e ilimitada de cualquier país independiente al hacer uso de sus riquezas, sus bienes, sus fuentes de servicio y en particular, a no limitarse en el uso de sus fuerzas o medios a su alcance cuando éstos están orientados a canalizar el bien común y el engrandecimiento de la patria.

Para que nos entendamos mejor, estamos perdiendo soberanía con cada onza de oro que se exporta sin las correspondientes medidas compensatorias; con cada montaña que entregamos a la explotación minera a cielo abierto sin percatarnos previamente del valor real de los recursos naturales a ser eliminados o arruinados; con cada contrato lesivo al interés colectivo sobre los bienes o recursos puestos sobre la mesa de las negociaciones; con cada playa que se permite privatizar.

Más claro aún, la patria se empequeñece con cada árbol derribado en el lomo de la cordillera, con cada incendio forestal que convierte cientos y miles de tareas de bosques en cenizas, con cada especie de la vida silvestre que se le arruina su hogar y se ve forzada a emigrar para no perecer, con cada espacio apropiado por extranjeros que vienen con promesas colonizadoras o con espejitos cibernéticos.

Pero no somos nosotros los únicos que hablamos de soberanía alimentaria, pues este es un grito desesperado de pueblos hambrientos subsaharianos o del sudeste asiático, después que sus sistemas productivos fueron arruinados para dar paso a los cultivos transgénicos. Es el mismo sistema de Naciones Unidas (FAO, PNUMA, OMT…) que está alertando a la humanidad del riesgo de perder su soberanía energética, sobre la biodiversidad, sobre sus recursos marinos, sobre sus riquezas costeras y sobre todo, sobre sus recursos de agua dulce.

Pero el caso de pérdida de soberanía mejor ilustrado es el de la Barrick, que basada en un contrato legal, pero en el fondo ilegítimo, antiético e innoble, se lleva el oro de nuestro subsuelo y no conforme aún, alega que lo sacó de otra nación. Y con la arrogancia del poder transnacional que le protege, le dice al Gobierno dominicano: ¡“paciencia” que tengo 25 años para terminar mi labor!

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