Especialista en recursos naturales
P. Profesor, hay que alabar el optimismo de los ecologistas en su empeño por lo verde y se nos ocurre preguntarle, ¿a qué vamos a Río + 20?, porque eso de pensar en una Economía Verde es algo más que una quimera con todos los reveses de los eventos de Naciones Unidas relativos a los Cambios Climáticos.

R. Es que no hay otra alternativa. La humanidad tiene que ser reincidente en la esperanza y persistente en su fe de cara al Porvenir. Para junio de este año, los Hijos de la Tierra tienen su tercera cita en la ciudad de Río de Janeiro, Brasil, para responder ante los reclamos del planeta. La humanidad entera está auto convocada para participar en la III Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, esta vez, con el propósito de «Construir una economía verde y una plataforma institucional para el desarrollo sostenible».

Aunque el tema central de esta cumbre (en los tiempos modernos no se habla de conferencias sino de cumbres) realmente luce etéreo, porque versará sobre una visión filosófica del desarrollo, «construir una economía verde» que la diferencie de la economía  actual «contaminante y depredadora de los recursos naturales del planeta»; no hay duda de que su impulso tiene como base una realidad que no puede aguantar y que toda la humanidad parece estar de acuerdo: «la lucha contra la pobreza».

Para darle el carácter de realismo que tiene que envolver a este evento mundial, quitarle el traje filosófico que reviste el concepto y asentarlo en la realidad particular que envuelve a cada rincón del planeta, a las diferentes culturas, países y regiones, todas las delegaciones concurrentes tienen que tener suficiente capacidad para tomar decisiones e influir con suficiente fuerza para establecer los lineamientos globales o marco de referencia y adaptarlos a las condiciones puntuales o particulares de sus respectivos lugares de procedencia.

El discurso siempre es el mismo y todo el mundo lo domina, lo que allí importa es el aporte que cada quien haga para traducirlo a hechos concretos, para darle contenido a las palabras y cada día se hable de seguridad alimentaria, acceso al agua en cantidad y calidad aceptables; detener, frenar o parar la pérdida irreparable de la biodiversidad planetaria y sobre todo, crear las condiciones de dignidad, oportunidades y libertad que demanda el eterno protagonista de la historia: el Ser humano.