CONSULTORIO ECOLÓGICO

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Especialista en recursos naturales
P. Profesor, el lago Enriquillo sigue siendo noticia, pues al igual que el Azuei, su crecimiento no se detiene, ni los impactos tampoco, ¿cuándo conoceremos la causa real del problema?

R. El fenómeno del desbordamiento de las aguas del lago Enriquillo y el Azuei será noticia por mucho tiempo, pues la realidad se ha encargado de desmontar todas las hipótesis que se han tejido al respecto, aunque todavía hay quienes sustentan que se trata de un caso repetitivo de tiempo en tiempo,  un evento cíclico.

El Indrhi acaba de anunciar que próximamente estará investigando el fenómeno, con la asistencia de organismos internacionales de cooperación. Pero este mismo anuncio lo hizo el Intec hace algún tiempo, entre otras instancias competentes para desentrañar la verdad más aproximada y que amerita ser conocida, muy especialmente por quienes viven el rigor de mojarse los pies día a día, ver desaparecer sus cosechas y arruinarse su sustento.

Pero independientemente de los resultados que pueda arrojar cualquier estudio, lo cierto es que se trata de eventos naturales que rebasan toda capacidad de respuesta humana. Es la humanidad la que no sale del asombro de los fenómenos naturales en ciernes, todos con las mismas connotaciones: repentinos y distribuidos sobre la faz de la Tierra.

Hoy son las inundaciones jamás imaginadas de Colombia, donde han muerto cerca de 300 personas y los damnificados superan los 3 millones y medio de seres humanos. Hoy también acaba de estallar otro volcán en Islandia que amenaza con colocarle nuevamente un manto gris a media Europa.

En cuestión de minutos, un tornado en Misouri dejó más de 150 muertos y arruinada la ciudad;  amén de lo que acaba de hacer el río Mississipi, con las  crecidas o avenidas más grandes de su historia.

Se trata de terremotos, tsunamis, sequías, inundaciones, la niña, el niño y una secuela de eventos catastróficos que mantienen en vilo al planeta. Ese es el comportamiento errático o impredecible de los cambios climáticos.

Es muy probable que los dominicanos pensáramos que eso de los cambios climáticos no nos tocaría tan de cerca; pero hasta entre nosotros, las evidencias son incuestionables, y tanto el lago Enriquillo como el Azuei son las dos mejores muestras para darnos cuenta de la magnitud de los eventos en ciernes y que pueden dar al traste con los bienes y recursos en que se sostiene nuestro porvenir.

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