CONSULTORIO ECOLÓGICO

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P. Profesor, ¿es cierto que el Día Mundial del Árbol es una fecha movible?, ¿cuál es su valor?

R. No existe consenso en la comunidad internacional para la celebración de un “Día Mundial del Árbol”, por tratarse de un “día tan especial”, un verdadero acontecimiento para cualquier país del mundo.

Sí existe una propuesta en tal sentido que data de 1971, cuando la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación),  acogió la recomendación del Congreso Forestal Mundial que se había celebrado dos años antes en Roma (1969).

Sin embargo, no se aceptó como “Día Mundial del Árbol”, sino como “Día Forestal Mundial”, para celebrar el inicio de la primavera en el hemisferio norte del planeta.

Las fechas movibles son las festividades particulares de cada país, como la República Dominicana, que ha escogido el primer domingo de mayo para celebrar esta festividad.

El árbol es un símbolo universal venerado desde los tiempos del paleolítico y luego en el neolítico, por su importancia para la vida y la supervivencia de la especie humana: su primera fuente de alimentos, su primer techo y su compañero a todo lo largo de todas las civilizaciones que han poblado nuestro planeta.

En el campo de las religiones, desde Moisés hasta hoy se habla del Árbol de la Vida y del Árbol del Conocimiento.

No existe una civilización antigua donde el árbol no tenga un sitio de preeminencia. Entre los Druidas y culturas célticas, era el verdadero “símbolo de la vida” y su costumbre era recibir la salida del Sol todos los días, con una rama en la mano derecha y la izquierda abierta y a todo lo alto y luego en el corazón, como símbolo de reverencia. 

Desde el inicio del siglo pasado, en la República Dominicana era todo un acontecimiento la celebración del “Día del Árbol”, hasta tal punto que era una festividad obligatoria en todas las escuelas a nivel nacional durante el Gobierno de Horacio Vásquez.

Esta hermosa tradición se mantuvo a todo lo largo de la tiranía  de Rafael Leónidas Trujillo, con los mismos elementos, entusiasmo y empeño de los profesores: concursos, juegos, ensayos, siembras, cantos, poemas, himnos y todo tipo de actividad que cada recinto docente se esmeraba en celebrar y en superar.

“Es el árbol feliz un amigo”…, es el himno de Ramón Emilio Jiménez y José de Jesús Ravelo, que todo niño siempre supo entonar.

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