CONSULTORIO ECOLÓGICO

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Especialista en recursos naturales
P. Profesor, las noticias que nos llegan de la Cumbre Río + 20 dan cuenta de un tranque en las negociaciones en busca de la redacción del texto final para la «Declaración de Rio 2012» ¿Cree usted que habrá consenso entre países ricos y pobres sobre las vías para alcanzar un desarrollo sostenible global?

R. Optimismo es la única alternativa que le queda a la humanidad ante la incertidumbre, el egoísmo, la desconfianza y el discurso diplomático o carente de seriedad que acompaña a los representantes de los países del Sistema de Naciones Unidas que tienen por delante sacar un texto de consenso que pueda ser firmado por los gobernantes de las 193 naciones que se han dado cita en Río de Janeiro, con el propósito de celebrar esta Cumbre sobre el Desarrollo Sostenible.

Lo único que está claro entre los tomadores de decisiones, es el discurso cargado de buenas intenciones, pero sin indicadores concretos para ser traducido a hechos concretos. Todos dicen estar comprometidos con un futuro promisorio para la humanidad, con una economía verde que gobierne la cotidianidad de las naciones, con el respeto a los compromisos globales para mitigar los cambios climáticos, de promover un desarrollo limpio, bajo en carbono y en la protección de los océanos.

Es decir, todas las naciones envían sus representantes con las mejores intenciones pero, con la encomienda de no asumir compromisos que lesionen el interés nacional, los estilos de vida, el consumismo irracional, las actitudes depredadoras y el instinto criminal contra la biodiversidad que se ha adueñado de la voluntad humana.

Alguien podría pensar que esa es la posición de los países ricos y es cierto, pero las naciones pobres también comparten las mismas debilidades. El analfabetismo ambiental es un mal común a la humanidad y, lamentablemente, ese es el punto de partida ante la disyuntiva de «cambiar radicalmente el curso de nuestra civilización para abrazarse a los principios de la sostenibilidad» o «seguir los patrones de consumo y los instintos depredadores actuales, aceptando como inevitables el colapso del planeta».  Las negociaciones están trancadas en Río + 20 y no hay intenciones de ninguna de las partes para asumir compromisos que se puedan honrar en la cotidianidad o realidades concretas de cada nación. Habrá consenso de discurso, pero no garantía de que el desarrollo sostenible se haga realidad en el mundo.

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