CONSULTORIO ECOLÓGICO

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Especialista en recursos naturales
P.
Profesor, leyendo un artículo sobre alimentos transgénicos, vi repetidas veces la expresión: “esclavitud genética”; ¿podría indicarnos de qué se trata?

R. Muy interesante y a mí también me llamó poderosamente la atención cuando escuché por primera vez esta expresión. La esclavitud genética hace referencia al contrato que deben firmar los agricultores o las personas que compran semillas de alimentos transgénicos, con la empresa suplidora. Este contrato o acuerdo especifica que una vez realizada la cosecha del producto de las semillas cultivadas, el comprador tiene que comprarle nuevamente a la misma empresa las semillas que sembrará en el próximo cultivo, en vista de que las semillas del cultivo que se acaba de cosechar, no pueden utilizarse como material de siembra, porque no germinan.

Este es uno de los fraudes tecnológicos más sofisticados. Las semillas que resultan de la cosecha de un cultivo transgénico no germinan porque en la manipulación genética que se hizo del material genético básico, además de incluirle un gen animal a una planta, también se le introdujo o se le agregó un gen letal, que impide que la semilla cosechada nazca, si se siembra nuevamente. En este sentido, como el agricultor no puede sembrar las semillas del cultivo cosechado, entonces tiene el compromiso de comprarle nuevamente al suplidor la misma semilla para poder realizar nuevos cultivos.

Eso quiere decir, que el agricultor queda atado a esa empresa de por vida, si quiere seguir sembrando y cosechando ese cultivo. Ese compromiso o contrato, es una trampa que le ha extendido la empresa suplidora, de la que no puede escapar fácilmente. A eso se refiere la esclavitud tecnológica. El gen letal o que hace inviable a la semilla una vez cosechado el cultivo, se conoce en el argot transgénico como “gen terminators”. Es decir, el alimento cosechado es fruto de una semilla con el embrión muerto y eso es lo que se consume.

El que consume alimentos transgénicos, no sabe realmente qué es lo que está comiendo ni a lo que se expone, al ingerir sustancias y elementos que no son producto de un proceso meramente natural, sino de alteraciones o manipulación del material genético básico del organismo utilizado para tales fines. Las implicaciones éticas, religiosas, engañosas y todo lo que se deriva de un proceso contranatura, realmente son preocupantes y fuera de toda consideración para un público ignorante que confía en que está consumiendo un producto sano.

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