CONSULTORIO ECOLÓGICO

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Eleuterio Martínez

P. Profesor, ¿a dónde ir para vivir una experiencia diferente en esta Semana Santa?

R. Depende de lo que se busque o sea la inclinación natural que cada quien pueda tener como inspiración para vivir una experiencia que marque significativamente su cotidianidad.

Semana Santa es para hacer un alto en el camino y darnos la oportunidad para subir a la montaña, elevar el espíritu y apelar a lo más noble que atesora nuestra alma, en busca de los valores espirituales que poco a poco se van quedando en los detalles claves de nuestra existencia, pero que cualquier persona sensata trata de atesorar en su mente y en su corazón, con miras a llenar los espacios vacíos que permanecen en nuestro interior.

En tal sentido, nada mejor que subir a Valle Nuevo, tender las casas de campaña en el vallecito de La Pirámide, si no se quiere hacer uso de las excelentes instalaciones existentes del Parque Nacional Juan Bautista Pérez Rancier. Desde allí se puede escalar la loma La Cuchara, si se quiere caminar o recorrer los 12 vallecitos intramontanos que conforman la mayor zona de altiplanos de la República Dominicana, donde el rocío de la mañana y el friito que lo acompaña nos harían vivir sensaciones y momentos inolvidables.

Pero si de experiencias fuertes se trata y de conocer espacios totalmente escondidos, nada mejor que la sierra de Bahoruco, accesible con vehículo por lo menos por cinco o seis puntos, y recorrer su cima para descansar en los altiplanos de Sapotén, Macató, charco de la Paloma, llanura de Marramié, charco Colorado, o conocer los escondites del bosque de Las Abejas, el refugio de las orquídeas del Bosque de la Isla o vivir la experiencia de la loma El Codo, con una torre de vigilancia que permite contemplar los paisajes más grandilocuentes de esta zona cordillerana.

Pero lo mismo podríamos decir de la sierra de Neiba, entrando por Pinos del Edén, El Maniel, El Manguito, Los Guineos y Los Bolos…, de donde se pueden apreciar los más hermosos atardeceres cuando el sol permite que sus rayos descansen sobre la lozanía del lago Enriquillo.

Sin embargo, nada mejor que conocer los recodos del Parque Nacional Manolo Tavárez Justo, entre montañas egregias, las escarpadas montañas de Quisqueya de nuestro legendario héroe nacional, bautizadas con su sangre y bañadas por los ríos cantarines: Inoa, Ámina, Maguá, El Gallo, Cenoví, Cidra…

 

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