Consultorio Ecológico

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Eleuterio Martínez

P. Profesor, ¿qué está pasando en Palmillas – Parque Nacional Cotubanamá, pues los mismos operadores turísticos denuncian construcciones ilegales y privilegios irritantes en espacios de uso público sumamente codiciados de esta área protegida?

R. Este cuestionamiento debe responderlo el Viceministerio de Áreas Protegidas del Ministerio de Medio Ambiente y aunque se podría pensar que a lo mejor la denuncia proviene de algún interesado, es oportuno encender la alarma, por varias razones.
En primer lugar, el Parque Nacional Cotubanamá es uno de los enclaves turísticos más importantes del Caribe y quién sabe si compite ventajosamente con cualquier otro de igual naturaleza que pueda existir en el mundo, razón suficiente para cuidar su integridad como si se tratara de una tacita de porcelana.
Por primera vez, un área protegida del país es vista como una de las principales alcancías del país, cuya visitación anual alcanza el millón de turistas y con proyecciones muy halagüeñas de continuar su ascenso; otra razón para que Medio Ambiente observe con lupas lo que pueda estar pasando en Palmillas, pues su deterioro implicaría la devaluación inesperada de un bien de la naturaleza que puede apreciarse en lugar de menoscabarse.
Ya Saona comienza a saturar los espacios más atractivos de este enclave insular de inigualable belleza natural que posee República Dominicana y que gracias a Dios, Medio Ambiente ha logrado mantener a bajos niveles de impacto, soportando presiones inimaginables del poder turístico-empresarial internacional y de los poderes multicolores del ámbito político local, en las últimas dos décadas.
Pero esta preocupación por Palmillas va más allá de los intereses particulares o interesados, pues se trata de agresiones reales a la naturaleza que actualmente están en marcha y que no es tan inocua como la violación de la entrada de una embarcación turística a Bahía de las Calderas, prohibida por los lineamientos del plan de manejo de este parque nacional, sino porque se trata de construcciones que pueden ser perdurables y en el futuro inmediato, arrabalizar y restarle la fuerza natural de lo prístino, algo que busca el turista que sabe y conoce del valor que encierra la naturaleza virginal.
Desde la rectoría del Ministro de Medio Ambiente anterior, estamos insistiendo en que Bayahíbe merece toda la atención y todo el cuidado que demanda un enclave de lujo como éste.

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