CONSULTORIO ECOLÓGICO

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Eleuterio Martínez

P. Profesor, ¿entre las leyes que perimen con la actual legislatura está el proyecto de ley de aguas?

R. Pero son varias las legislaturas que han pasado después que perimió el proyecto de Ley de Aguas. Es decir, en la actual legislatura no se cae o no perime porque ni siquiera se colocó en la Agenda Legislativa en ninguna de las cámaras del Congreso Nacional.

A pesar de ser declarada de prioridad por el actual presidente de la Cámara de Diputados al asumir el cargo, nunca se tomó la iniciativa ni siquiera de reintroducirla, porque al caerse en legislaturas anteriores, ese paso es imprescindible para su nuevo conocimiento y ser convertida en norma de estricto cumplimiento.

Desde antes el paso del ciclón Georges por el país el siglo pasado, estamos esperando una ley de aguas y aunque ha sido sometida al Congreso una decena de veces, ella no pasa del discurso a los hechos. Tal parece que la preocupación por la conservación de este recurso tan vital para la nación, es muy buen argumento para mantenerse en campaña, pero no para dotar al país de esta herramienta tan importante, pues la ley de aguas aún vigente tiene en su haber, exactamente, 60 años.

¿Cuántos males nos evitaría tener una Ley de Aguas?

En primer lugar acabaríamos con el desorden, la displicencia y el abuso del uso de este bien tan escaso para la humanidad e indispensable para la vida. Malgastamos el 80% en la agricultura (por cada cinco metros cúbicos destinados al riego, votamos cuatro para aprovechar uno); se pierde el 50% del agua colocada en tuberías para el consumo humano en Santiago y Santo Domingo y del agua destinada a la minería, la industria, el saneamiento y otros usos indispensables, ni siquiera la cuantificamos.

Todo eso porque no nos cuesta nada, o tan poco que nadie la paga. Y eso no es lo más grave, a nadie le preocupa lo que está pasando en las cuencas hidrográficas o lugar donde se produce este precioso líquido, donde la deforestación, la erosión, el conuquismo, la ganadería extensiva, los incendios forestales y la minería amenazan con dejarnos sin una gota de agua.

¿Le parece justo y racional el actual estado de cosas con respecto a esta problemática? ¿Podremos aspirar a una soberanía nacional en recursos hídricos cuando la nación vecina ya no encuentra forma de saciar su sed?

¡Agua, por Dios, agua…!

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