P. Profesor, estamos en marzo, el mes del agua y con él, el mensaje más trascendental para la humanidad, la esperanza que es el vehículo en que se mueve la vida, cuyo combustible es un líquido incoloro y sin sabor, ¿cómo recibe República Dominicana el “Día Mundial del Agua”?
R. Nos encuentra evitando que el COVID-19 nos arrope, pero afortunadamente, la única vacuna segura para combatirlo real y efectivamente, directa e indirectamente, es el agua. Todo virus es mugre, sucio o partículaproteica capaz de atacar nuestra vitalidad, y sólo con este líquido se puede remover, limpiar y devolvernos la higiene o la asepsia necesaria para que la salud sea la aliada indispensable en el libre fluir de la vida.
Agua, sí el agua es el mensaje vital que precede y luego sostiene la vida, pues nuestro génesis es un océano exclusivo para cada expresión biológica, el vientre de mamá, donde permanecemos nadando durante nueve meses en medio del líquido amniótico, para luego venir a ver la luz. De esta manera, nadamos desde el infinito hasta llegar al puerto donde se puede apreciar la primavera y florece la vida, como testimonio fiel de la existencia o de la unidad múltiple perfecta: la naturaleza.
Pero la primavera no podría ser símbolo de vida y prosperidad, si el agua no la acompañara, el único elemento de la naturaleza que real y tangiblemente, puede representarla, pues ella y solo ella, puede transformarse en los cuatro estados de la materia: líquida, gaseosa, sólida y envolverse en un caldo de energía, que gobierna todos sus procesos y expresiones, para hacer posible el milagro de la creación.
Como isla, país o ecosistema emergido del fondo del Océano Atlántico, tenemos nuestras esperanzas de desarrollo y bienestar cifradas en el agua, en vista de que la seguridad alimentaria, de la cual nos maravillamos en estos momentos, depende esencialmente de ella. Podemos estar tranquilos, pues aunque el COVID-19 detenga todos los barcos e impida volar los aviones, aquí se produce todo lo que se come, se bebe y se respira. Este mini-continente, del cual la República Dominicana es la mayor privilegiada, es autárquico.
La autosuficiencia alimentaria es la verdadera soberanía. La producción de los bienes primarios para la vida nos la garantiza la Cordillera Central, quien aporta más del 80% del agua que se emplea en la agricultura, la generación eléctrica y el consumo humano en todo el territorio nacional.