P. Profesor, en medio de la tragedia mundial del COVID-19, ¿algo positivo podría estar ocurriendo en la naturaleza?
R. La vida es un proceso indetenible, que comienza y nunca termina, es por ello no se detiene en ningún rincón de la naturaleza y permanece todo el tiempo en constante transformación. Si el COVID-19 le cierra una ventana (fase humana), le abre cinco puertas a la vez en otras dimensiones.
Claro, lo que más nos duele es que en esta fase del proceso, a quien perjudica es al ser humano y por una ley natural que se llama “altruismo intra-generacional”, solo apreciamos el impacto en nuestra especie, sin embargo y por paradoja de la vida, la extraordinaria descontaminación que implica la paralización total de la industria y actividades humanas conexas, están devolviendo la vida en espacios que habían perdido toda capacidad para sostenerla.
La NASA comprobó a final de febrero la caída estrepitosa de la polución en China y algo similar está ocurriendo en Italia, España y Japón, pues los resultados no se han hecho esperar; resulta asombroso ver como la naturaleza está volviendo a las ciudades y la fauna es el mejor indicador. El confinamiento de los seres humanos ha dejado espacio abierto para que los canales de Venecia en Italia estén completamente limpios y transparentes, donde los cisnes y peces vuelvan a utilizarlos como hábitat natural o como nichos de alimentación.
Además, los delfines están volviendo a la histórica Fontana di Trevi, algo casi imposible de volver a ver por la presión humana en la ciudad de Roma. En Barcelona – España, los jabalíes están transitando por las calles y en Madrid es hermoso ver los pavos reales ocupando las vías más transitadas por los vehículos. En Japón, los ciervos y otros animales del Parque de Nara se pasean tranquila y libremente por las calles.
Es decir, la cuarentena global y los aislamientos voluntarios han permitido que la vida natural vuelva a expresarse tal y como la evolución le ha enseñado por los tantos miles y millones de años y que los humanos, en busca de nuestro bienestar (el ser humano es una especie optimista), le habíamos limitado o impedido. Pero la mejor noticia, es que el cambio climático ha encontrado el freno inesperado y trascendental del COVID-19, más impactante que todos los esfuerzos humanos encaminados por Naciones Unidas en las 3 décadas de lucha en el mundo.