P. Profesor, ¿a qué se le llama “agua segura”? y en el caso de la capital dominicana, ¿cuál es el agua segura del principal asentamiento humano del país?
R. Agua segura es aquella que siempre está y estará disponible, independientemente de cualquier evento o catástrofe natural que pueda afectarla. Una ley natural, lógica y elemental nos indica que todos los ríos van hacia el mar y en ese tránsito indetenible hacia su destino, el Ser humano, como especie optimista, puede hacer uso de sus aguas para su beneficio, sin poner en riesgo las características que la propia naturaleza le ha dado para sostener la vida.
Eso quiere decir, que agua segura es aquella que naturalmente se produce dentro de una cuenca hidrográfica o superficie de captación y luego se escurre naturalmente, porque disponible para el aprovechamiento humano, solamente está segura aquella que se puede aprovechar por simple ley de gravedad, es decir, sin tener que disponer de mecanismos ajenos a los que la misma naturaleza pone en marcha para que todos los organismos que viven sobre la epidermis del planeta puedan acceder y consumirla como medio obligatorio para su supervivencia.
Las aguas seguras de la capital dominicana son las del río Ozama y sus tributarios: ríos Isabela, Tosa, Yabacao, Sábita y desde luego, los afluentes o tributarios menores: ríos Cabón, Los Guanos, Yaguaza, Guanuma, Don Juan, Verde, Cuance, Boyá, Comate, Comatillo, Socoa, y Sabana entre otros que conforman su inmensa red hídrica, la cuarta más grande del país.
Desde su génesis, Santo Domingo ha crecido y ha tejido su historia sobre las aguas del río Ozama y a pesar de todas las agresiones a las que han sido sometidas (contaminación orgánica e industrial), todavía siguen vivas, o al menos, pueden ser “lavadas”, para que sigan limpias hasta llegar al Mar Caribe.
Nunca jamás, las aguas del Ozama se deben poner en peligro, pues las fuentes hídricas de mayor abastecimiento que alimentan a la capital dominicana, como las del río Nizao (Acueducto Valdesia – Santo Domingo), son aguas prestadas o de trasvase, que por algún tiempo podremos utilizar, pero que ante cualquier catástrofe o evento natural extraordinario, la podemos perder.
Claro, también tenemos el Río Haina, históricamente el principal abastecedor del agua de la capital, pero si nos vamos a la realidad, seguras solamente son las aguas captadas en los Embalses de Barrera de Salinidad y las tomas del Isabela.