P. Profesor, ¿a dónde ir en semana santa?
R. Como buenos cristianos, vamos a la montaña para estar más cerquita de Dios. Nada puede acercarnos más a nosotros mismos que adentrarnos en la naturaleza, para bucear en el fondo de nuestra conciencia, en busca de nuestra esencia interior profunda, para aproximarnos y penetrar en las raíces de nuestro Real Ser.
Todos los dominicanos, sin excepción, tenemos un Sistema Nacional de Áreas Protegidas, con parques nacionales, monumentos naturales, reservas científicas, reservas biológicas, refugios de vida silvestre, santuarios…, en 128 unidades de conservación que nos están esperando para brindarnos su naturaleza, sus encantos, sus bellezas en estado puro.
Cerquita de la capital, a tan solo una hora y algunos minutos, tenemos el Gran Parque Nacional La Humeadora o Parque Nacional Eugenio de Jesús Marcano, su verdadero nombre, con una naturaleza impresionante por cualquier punto que se penetre en busca de lo mejor de la biodiversidad dominicana, de sus paisajes, vallecitos intramontanos, ríos, manantiales, nacientes, manaclares, nogales y paisajes de bellezas indescriptibles: Por El Cacao de San Cristóbal, el Duey de Villa Altagracia, Los Arroyos, los ríos Isa, Mana, Maiboa, Guananito, Nigua, Maimón, Maoma, Aguacate, Maomita, Jigüey, Yuna, Las Avispas, Juma…, Por Rancho Arriba, Banilejo, El Vigía. Piedra Blanca, Juan Adrian, Yuboa, Sonador, Juma, Bonao, Los Quemaos, Candongo, El Higo… y tantas puertas de entradas que se nos abren con solo solicitar y pagar un permiso en Medio Ambiente.
Pero todavía más hermoso y enigmático es el Parque Nacional Máximo Gómez, más cerca de la capital que La Humeadora, pero con un sello original: “La Puerta del Conde” o pasadizo subterráneo, bajo rocas y montañas impresionantes que se aprisionan unas a otras, farallones que se elevan hasta el cielo y cuatro o cinco cavernas inmensas con variadas salas ceremoniales indígenas, fuentes de agua, presa de Valdesia y Las Barías rodeadas de bosques impresionantes y todo tipo de adornos prístinos de bromelias, orquídeas y helechos epífitos.
Estos dos parques nacionales están a 30 minutos o una hora de la capital, sin embargo, aquí en el patio tenemos el Parque Nacional Humedales del Ozama, cuyo acceso principal es por agua, navegando en medio de los bosques de galería más impresionantes que le quedan al país, manantiales, ceibas milenarias, caños, lagunas, manglares, aves migratorias… Todo ello es suyo, sin pasaportes, ni visas, ni tarjetas de crédito, ni dólares. Con solo un permiso expedido en la Luperón con Cayetano Germosén.