P. Profesor, a propósito de los impactos del paso de Ida por EE. UU. ¿será que las tormentas ahora son más peligrosas que los huracanes?
R. Sin irnos tan lejos, aquí en República Dominicana tenemos los ejemplos de las tormentas Olga y Noel, ambas formadas al Sur de la Isla Saona una, y la otra al Norte de Puerto Rico, con apenas unas brisitas, porque no hubo vientos, sino agua, mucha agua, tanta que probablemente no encontremos un huracán que deje una secuela de daños recientes que las supere.
Pero el caso de Ida en Estados Unidos, que todavía siente el terror del paso de Katrina en el 2005, es realmente digno de reflexión y análisis, pues este disturbio climático no vino de África, génesis de los huracanes del Atlántico Norte, sino que se formó en el mismo centro del Mar Caribe, entre República Dominicana y Jamaica, ganando fuerzas rápidamente como para asustar a Cuba y luego adquirir fuerzas descomunales al entrar al Golfo de México y golpear con vientos devastadores a Louisiana, alcanzando categoría IV en una escala de 5.
El desastre causado en las costas estadounidenses que dan al Golfo de México, son de antología, pero lo que pasó en New Jersey y New York, zonas declaradas por el Presidente Biden como de “Desastre Mayor”, no tiene punto de comparación con casos iguales en la historia de registros de eventos climáticos de todos los tiempos.
Se supone que todo huracán que se mueve de Sur a Norte en tierra continental, en Estados Unidos, automáticamente es detenidos y eliminado al pasar los Montes Apalaches y aunque así fue, Ida pasó de huracán a simple tormenta, pero vertió tanta agua en estos dos Estados de la Unión, que dejó medio centenar de muertes.
Eso quiere decir que el Cambio Climático, es impredecible en su comportamiento y en la secuela deletérea que deja paso a paso.