CONSULTORIO ECOLÓGICO

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Especialista en recursos naturales
A propósito de la Carretera Cibao–Sur, vemos que algunos congresistas y otros sectores la han emprendido nuevamente contra los ecologistas, ¿qué opinión le merece?
R. Nada nuevo hay bajo el Sol, parafraseando a Luis XIV. Ese siempre ha sido el ardid de quienes no tienen argumentos convincentes o atractivos para el público que quieren ganarse. Estos ataques gratuitos revelan que todavía hay dominicanos con mentalidades anquilosadas, pues esta no es una lucha de ecologistas contra algún sector económico o político en particular.

Claro, se trata de una visión distinta de lo que se supone debe ser desarrollo de cara a la realidad de los nuevos tiempos, pero político partidista no lo es, ni nunca lo ha sido, pues aquella vez don Antonio Guzmán no encontró oposición de sus adversarios políticos para echar hacia adelante sus ideas de unir a Santiago con San Juan. Hoy tampoco, porque este no es un proyecto del Dr. Leonel Fernández y no se ha visto a alguien en el litoral de la oposición con suficiente autoridad dentro de sus parcelas políticas para expresarse claramente al respecto, ni a favor ni en contra.

Pero si son voces agoreras las que impulsan un proyecto tan lesivo a los intereses nacionales, solo exponiendo clarioscuros beneficios, ¿por qué tanta bulla y se gastan ríos de tinta en los periódicos y no queda vacío espacio televisivo o radial que los comentaristas y analistas de la realidad nacional no llenen desmenuzando este caso? La respuesta es evidente, los beneficios económicos directos de las grandes obras de desarrollo no los reciben los gobiernos, aunque sí heredan los perjuicios, sino los emporios económicos que las realizan. El ejemplo más elocuente sigue siendo la construcción de la Carretera Transamazónica. Aunque fue el gobierno de los Médicis el que puso en marcha aquel macabro proyecto contra la biodiversidad planetaria y el bienestar de la humanidad, aquel régimen solo heredó los resultados del crimen por el cual el Banco Mundial se puso de rodillas, se dio golpes de pecho y pidió perdón, no a Dios, sino al mundo. Fueron las empresas nacionales que luego se transformaron en transnacionales (algunas en Europa, otras en África y hasta en Asia), las que hicieron cantos de gloria.

Para quienes no conocen aquella realidad, aún sin terminar de construir los últimos tramos de esta vía, tales consorcios ingenieriles abandonaron el proyecto y tuvo que ser el Ejército Brasileño el que se hiciese cargo de la terminación y el mantenimiento.

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