CONSULTORIO ECOLÓGICO

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Especialista en recursos naturales
P. Profesor, ¿podría explicarnos en qué consisten las buenas prácticas ambientales?

R.  La respuesta luce obvia en teoría, pero no siempre en la práctica. Como todo proyecto que se establece en el seno de la naturaleza implica cambios o alteraciones al ambiente, porque se está colocando un elemento ajeno a la dinámica natural, entonces no hay forma de evitar los impactos.

Las buenas prácticas procuran hacer viables, ambiental y económicamente, todas las intervenciones que se realicen para el establecimiento y funcionamiento de todo proyecto u obra de infraestructura.

Esa es la lógica más elemental y la que procuran las leyes o normas ambientales, pero sucede que la lógica que guía al promotor o dueño del proyecto, es minimizar costos y maximizar beneficios, desde la perspectiva económica. Las buenas prácticas procuran exactamente lo mismo, pero desde la perspectiva ambiental; sin embargo, los intereses humanos no siempre corren paralelos a los de la naturaleza y es ahí donde reside el conflicto.

Máximas ganancias y costos mínimos casi siempre son directamente proporcionales a máximas alteraciones ambientales y daños irrecuperables.

Los cambios climáticos y los desastres ambientales, con sus cargas de muertes y pronósticos nefastos, están imponiendo la prudencia o las buenas prácticas ambientales en todas partes del mundo y en todo el accionar humano. Sucede que al carro del desarrollo se le dañaron los frenos y es preciso controlarle la velocidad, para que no se precipite contra la realidad o se lance al vacío. El chofer parece no estar consciente, pero los pasajeros están dando gritos de alarma.

Las buenas prácticas solo entrañan racionalidad e inteligencia, no frenar el desarrollo, porque entonces se le acaba el combustible al vehículo del bienestar.

Todo proyecto económicamente exitoso, pero basado en procedimientos naturalmente equivocados, nunca entraña sostenibilidad a largo plazo, ni bienestar humano al final del camino. Sin embargo, la planificación es el arte de lo posible, tanto para el ambiente como para la economía. Nunca será equivocación cuidar las fuentes de agua, garantizar la calidad del ambiente y producir bienes o brindar servicios ajustados a las condiciones ambientales imperantes.

Las buenas prácticas ambientales deben ser inherentes al accionar humano, en el campo y en la ciudad, en la oficina y en la obra, en la casa y en la calle.

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