P. Profesor, ¿Qué le parece la respuesta de solidaridad recibida por el bebé manatí aparecido en una playa de Macorís sin su madre?
R. Realmente maravilloso. Si hay un gesto hermoso, digno de toda consideración y con méritos suficientes para aplaudir, es la respuesta humana de las autoridades y los curiosos, cuando encontraron un bebé manatí, triste, solo y llorando detrás de su madre por las costas petromacorisanas.
Contrario a lo que he vivido otras veces en las costas de Monte Cristy y Estero Hondo, donde he visto hacer fiesta entre los pescadores cuando, considerándolo una hazaña y convertidos en héroes, les han dado muerte a manatíes adultos para luego descuartizarlos y vender su carne.
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Nos dicen que su carne es deliciosa, pudiendo tener hasta cuatro sabores distintos. Que un solo manatí le aporta tanto dinero como la mayor de las pescas, pudiendo durar una semana sin salir a mojarse el fundillo. Esa y tantas anécdotas más las escuchaba alrededor del Caño Duty y por las Costas de Ben Hombre, en los años 80 mientras hacíamos los trabajos sobre la delimitación del antiguo Parque Nacional Monte Cristy, con 1,309 kilómetros cuadrados y apenas 200 estaban en tierra firme.
Pero afortunadamente ahora ha ocurrido todo lo contrario. Fue el viernes a las 6 de la mañana cuando las autoridades del Servicio Nacional de Protección Ambiental, del Ministerio de Medio Ambiente y la Fundación para el Estudio de los Mamíferos Marinos, se pusieron de acuerdo para darle los primeros auxilios al neonato manatí que había perdido los rastros de su madre, alrededor de la Playa El Faro de San Pedro de Macorís.
“¡Si encontramos la madre, le pondremos el hijo a su lado!”; era el consenso. Lamentablemente eso no ocurrió y hubo de ser trasladado al Acuario Nacional.