P. Profesor, ¿por qué tantos esfuerzos, estrategias, planes, discursos y voluntades envueltas para la conservación de la biodiversidad?

R. El por qué se comprende al saber que biodiversidad es vida, diversidad biológica, todos los modos de ser de la vida, todos los espacios que ella ocupa, la variabilidad genética y el valor intrínseco que solamente conoce quien la contiene, quien la posee. Yo sé cuánto vale mi vida, no porque alguien me lo cuenta, sino porque la siento, soy ella misma.

Con todo el tiempo que tiene la ciencia tratando el tema, con la arrogancia que a veces se expresan los biólogos, es lógico suponer que ellos saben claramente, qué es la vida; pero no, no saben nada, es más, Sócrates sabía más que todos los biólogos juntos y su única convicción, lo único que sabía, es que no sabía nada.

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El 22 de mayo, por consenso en el seno de las Naciones Unidas, es el Día Mundial de la Biodiversidad, para que todo el planeta se incline reverente ante lo único que tiene valor, pero que no tiene precio. En Pedernales están de fiesta porque el Gobierno le asegura que ahora sí habrá turismo, hoteles, aeropuertos, campos de golf y fuentes de trabajo. Lo único que les desanima, es la cantidad enorme de plantas y animalitos endémicos, exclusivos de allí, que todo el universo, se resume a la oquedad de una roca, al borde de un acantilado.

El Melocactus pedernalensis no puede ser más importante que el hombre. ¿A quién se le ocurre desviar la carretera porque en un punto dado, hay una plantita que no aparece en ningún otro lado…?

Lo cierto es que ese balance sobre la vida y nuestras necesidades, necesita conciliación, un punto de equilibrio que haga posible el milagro de la convivencia en armonía, porque ninguna forma de vida, es más importante que otra.