P. Profesor, ¿Cuál ha sido la posición de los Ministros del mundo respecto al clima terrestre, como cierre de la COP 28?

R. La incertidumbre, pues todos quieren descarbonizar la economía mundial, pero sin acabar con los combustibles fósiles. Solo hay un consenso, cuidar la naturaleza tiene que ser el centro de toda acción por el clima.

Los mares y océanos del mundo son la principal víctima del desarrollo que experimenta la humanidad. La producción y el consumo de alimentos, vale decir, la agricultura se está tragando, borrando y empujando las especies vivas resguardadas en las áreas protegidas, en los ecosistemas que son los laboratorios naturales donde se teje y entreteje la vida.

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Es inocultable la preocupación por lo que está pasando con la vida en los océanos, con los bosques, con la vida silvestre, los animales en estado crítico, las plantas amenazadas por la extinción. El avance en todo el mundo de la agricultura itinerante, la ganadería súper intensiva y extensiva.

Los grupos verdes de todo el mundo (ecologistas), las comunidades locales, los pueblos indígenas que aún sobreviven sobre el planeta, la sociedad civil e incluso los empresarios le cuestionan a los gobiernos presentes en la COP 28, ¿Cuál es el progreso evidente de los acuerdos arribados para la conservación de la biodiversidad a escala local e internacional?

¿En qué quedarán los compromisos de conservar, proteger y restaurar el 30% de los ecosistemas terrestres y 30% de las superficies de los océanos, mejor conocidos como los acuerdos 30×30? Los actores estatales asienten con la cabeza, mantienen el discurso a favor de la demanda planetaria, pero mantienen el status quo, moviéndose en la esfera de la inacción.

Las esperanzas siguen vivas, pero con el riesgo de desvanecerse en el cierre de esta Cumbre Mundial del Clima número 28. Ya veremos.