P. Profesor, ¿Cómo recibe el país el Día Mundial del Agua y cuáles compromisos estamos dispuestos a asumir?
R. Como alguien dijo alguna vez, Dios es demasiado grande para dejárselo sólo a los creyentes. Tenemos que parafrasearle diciendo el “agua dulce es tan poca que no podemos dejársela solo a los sedientos y hacedores de las políticas nacionales”.
En este día, semana o mes del agua, todo el país está a la expectativa de la propuesta oficial del compromiso que todos estamos dispuestos a asumir responsablemente y de ver en cual lugar de la Agenda Legislativa Congresual se colocará la Ley Sectorial de Aguas que manda la Ley General 64-00, para ordenar nuestros recursos hídricos. Resulta demasiado obvio que ha llegado la hora en que todos los dominicanos tenemos que convertirnos sujetos, para no seguir siendo objetos de tomas de decisiones al margen del interés nacional y violando los principios que nos rigen como nación.
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Tenemos pendientes un “Pacto Nacional por el Agua” y una “Ley de Agua” envejeciente, que queremos rejuvenecer vestida con los harapos de antaño, pero pintada con intereses multicolores. De hoy en adelante, estaremos alante alante en la fila para tomar agua fresca, tal y como brota de los manantiales de las entrañas de nuestras montañas, para que no nos la contaminen con sustancias extrañas y vendérnosla como “potable”.
El “Pacto del agua” tiene por principio lo establecido en la Constitución de la República y como marco el mandato de la Ley General sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales. El camino de dos décadas recorrido en las gavetas de las cámaras congresuales de la “Ley de Aguas”, tiene que llegar a su fin y terminar con la agonía en que cae la nación cada vez que se siente aquejada por una sequía como la que estamos viviendo.