P. Profesor, a propósito de Áreas Protegidas ¿podría explicarnos en qué consiste la Meta 30×30 de las Naciones Unidas?
R. Consiste en destinar el 30% de la superficie terrestre en áreas protegidas para el año 2030. Eso quiere decir, que la humanidad decida utilizar el 70% de los mares e igual proporción de las tierras emergidas del Planeta Tierra, para sus actividades de desarrollo y que el 30%, sea destinado a la protección real y efectiva de la naturaleza en su estado original.
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Esta meta tan ambiciosa de las Naciones Unidas, adoptada en el 2020, cuando a- penas los seres humanos comenzábamos a reponernos de la pandemia del COVID 19, a percatarnos de este evento inusitado que puso a la humanidad de rodillas, sin que la ciencia ni la tecnología pudiesen impedir la muerte de 6.3 millones de personas oficialmente, porque se calcula que fueron cerca de 9.5 millones de individuos que realmente se llevó el “Coronavirus”, se debió a que solamente salvando a la naturaleza, se puede salvar al Ser humano.
Son las lecciones aprendidas y que jamás se borran de la mente, cuando nos encontramos cara a cara frente a la muerte. Ayer era una mala palabra hablar de áreas protegidas. Yo pude experimentar directamente y en carne propia, la férula de la crítica y de la incomprensión, cuando en 1995-6 y 2009, serví de soporte principal para la creación de los decretos 221-95, 309-95, 233-96 y 571-09 que le dieron origen a 95 áreas protegidas, que hoy resguardan las principales zonas productoras de agua del país y constituyen el soporte esencial para la actividad turística vinculada al disfrute de la naturaleza dominicana.
Hoy es todo lo contrario, es la misma sociedad dominicana que clama por la creación de Loma Miranda – Parque Nacional y la restauración del Manolo Tavares.