P. Profesor, ¿la Academia de Ciencias aprueba la extracción de arena de la cola de las presas?
R. No solo la aprueba, la promueve que es más importante. Si el país no lo sabe, la Academia de Ciencias viene promoviendo desde el 2004, dejar los ríos tranquilos, que recuperen sus bosques de galería, que hay suficientes materiales de construcción en las colas de las presas y canteras secas para atender la demanda nacional de estos productos de la corteza terrestre.
En Las Barías, Valdesia, Aguacate, Sabana Yegua, Hatillo, Tavera, Bao y Mao, hay tanto material depositado que el país puede aprovechar y no solo abastecer el mercadeo de estos productos, si no, resolver el problema mayúsculo de la sobre sedimentación de los vasos de las principales presas del país.
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En estas nueve presas hay tanto material depositado que pueden cubrir la demanda nacional por al menos 10 años, con un impacto mínimo, pues al hacerlo, se transforma automáticamente en positivo en función de retirar un material acumulado que reduce enormemente la vida útil de estos embalses, fruto de su acumulación creciente, proveniente de la erosión y la torrencialidad de los principales ríos que descienden desde lo alto en la Cordillera Central.
Todo es cuestión de planificación y crear la infraestructura mínima de viabilidad requerida para que los camiones puedan acceder y así se libera paulatinamente la destrucción de los cauces de los principales afluentes que alimentan los vasos de las presas, muchas de ellas a punto de colapsar por la extraordinaria cantidad arena y grava depositadas en los embalses.
Si las autoridades nacionales procedieran de esta forma y además incluyeran las enormes terrazas abandonadas por los ríos en su dinámica fluvial a medida que pasa el tiempo, hoy no veríamos el espectáculo deprimente que muestra el río Nizao.