Consultorio Ecológico

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Eleuterio Martínez

P. Profesor, ¿podría hablarnos de los pro y los contra de esta pandemia del COVID-19 frente a la naturaleza?

R. Es muy fácil advertir los pro y los contra de los fenómenos de la naturaleza, pues siempre que se presentan eventos trascendentales en su seno, algunos de sus hijos se beneficiarán y otros se perjudicarán. En este caso del Coronavirus, es la especie humana a la que le ha tocado perder, o sacrificar hasta su vida para devolvérsela a sus pares naturales sobre la tierra o bajo las aguas.
Debería ser noticia de primera plana en los diarios nacionales y destacada en medios televisivos que los pescadores de Manresa y el Kilómetro 13 de la Autopista Sánchez, con muchos esfuerzos, sacaron una red llena de toneladas de Atún u otra de las especies que otrora eran la fuente de ingresos más preciada, pero que de repente se ha dado este milagro, pues normalmente en estos tiempos del mar no se sacaba nada, casi todas las especies comerciales habían desaparecido.
Cuentan estos humildes pescadores que fueron tantos y tantos peces que sacaron del mar, que una ventena de hombres no podían sacar la red que les trajo toneladas de pescados que alcanzó para repartirle, cual mensaje bíblico, a todos los moradores del entorno. Pero con la misma fuerza, pudimos contemplar una garza haciendo turismo en la inmensa playa de Andrés – Boca Chica, ella solita, y no me sorprendería si mañana nos dicen que las golondrinas del mar, las tortugas marinas que son lentas en la tierra, pero vuelan en el mar, han vuelto nuevamente a desovar en las playas de Uvero Alto, Punta Gorda, Bávaro o Punta Cana.
Tragedia para unos y bendición para otros. Lo cierto es que para nosotros, la naturaleza y la vida que es su mayor expresión, resulta un gran misterio, casi incomprensible cuando somos la especie sacrificada. Pero como toda buena madre, si le sabemos pedir, ella siempre sabrá compensarnos; por ejemplo, aún en medio del confinamiento hogareño al que estamos sometidos, aunque los medios de comunicación le llaman elegantemente “aislamiento social”, en esta cárcel no hemos pasado hambre, pues si algo tenemos de sobra en estos momentos aciagos es comida de sobra en el país, aunque estemos aislados del mundo.
Eso sí es importante. Si tenemos soberanía alimentaria, aunque los barcos no se muevan o los aviones dejen de volar, siempre tendremos que comer. ¡Qué le parece…!

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